Párroco de Las Mesas
En Santa María del Campo Rus, Cuenca, el día 27 de abril de 1872, nació El Siervo de Dios, Pedro Galindo Muñoz, quien, después de una infancia cristiana junto a sus padres, D. José Galindo García y Dª. Eulogia Muñoz, ingresó en el Seminario Conciliar de Cuenca, donde realizó sus estudios eclesiásticos. Fue ordenado sacerdote el año 1896 y comenzó su ministerio en San Antonio de Requena. El 1897 fue nombrado Cura Ecónomo de Arcas, Cuenca; y el 1898 Párroco de Olmedilla de Alarcón; el 1909, Párroco de La Ventosa; el 1917, Párroco de Montalbanejo; el 1931, Párroco de Villalba del Rey; y el 1933, Párroco de Las Mesas, donde estuvo hasta el 1936, que entregó su vida a Dios.
El Pueblo de Las Mesas era piadoso y religioso, los feligreses recibían los sacramentos con frecuencia y bien preparados. Por ello, cuando el año 1936, por motivos políticos, se prohibieron las procesiones de Semana Santa, los vecinos indignados por estas disposiciones y sin permiso de nadie, celebraron la procesión de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Se empezó a crear un ambiente muy enrarecido y hostil. No obstante se siguió celebrando el culto y la administración de los sacramentos en el Templo Parroquial, con toda normalidad, hasta el 27 de julio de 1936.
El Siervo de Dios, D. Pedro Galindo, era hombre de firme fe y gran celo pastoral por sus feligreses, no abandonó su Parroquia, y continuó alentando a sus feligreses a pesar de las dificultades, impedimentos y momentos de angustia en que se vivía en aquellos tiempos.
Pronto llegó la persecución religiosa a Las Mesas y no tuvieron compasión de este anciano sacerdote. Los milicianos lo detuvieron, lo ultrajaron y se mofaron de él de forma ignominiosa. El día 7 de agosto, cuando lo llevaban a Cuenca, en el camino, lo arrojaron del tren en marcha, cerca de un túnel, muriendo al instante. La causa de estos actos con el anciano sacerdote, fue exclusivamente el odio por su carácter sacerdotal.
El Siervo de Dios murió sacrificando su vida por perseverar y confirmar en la fe a sus feligreses, el 7 de agosto de 1936, por ser sacerdote y por odio a la fe católica.
En la Diócesis de Cuenca, se recuerda su muerte y la fama de mártir.