Durante el mes de marzo hemos tenido dos acontecimientos importantes en nuestra vida diocesana. Para empezar, el 4 de marzo hubo una doble presentación del proyecto de la ACG a sacerdotes y laicos. Por la mañana un grupo de 25 sacerdotes participaba en el Seminario Conciliar en el encuentro con la Comisión Permanente que expuso de un modo muy dinámico la identidad, fines, características y vida de la AC. Muchos de estos sacerdotes han mostrado interés y se plantean el modo de dinamizar sus parroquias a través de los equipos de vida. Previamente el Consiliario Diocesano había visitado las reuniones de arciprestazgos para motivar el encuentro.
Por la tarde, esa misma presentación se hizo para laicos en la sede de Cáritas. Asistieron muchos seglares, sobre todo de las parroquias de la ciudad de Cuenca que también han conocido la propuesta de equipos de vida que nos ofrece el proyecto y, por otro lado, han reafirmado muchos de ellos su pertenencia desde hace años a Acción Católica.
Ejercicios Espirituales
También se han celebrado los Ejercicios Espirituales de ACG en la capilla de la Adoración Perpetua (parroquia de San Esteban), los días: 18 a 20 de marzo, en horario de mañana y tarde, con gran participación. Damos las gracias a D. Antonio Fernández, párroco de San Esteban y Vicario General que, a pesar de sus muchas obligaciones, accedió con generosidad a dirigirlos.
Comenzaba el primer día, recordando las palabras del libro del Apocalipsis: “El Señor está en nuestra puerta y nos llama”. Son días de gracia y bendición, pues un año más ha venido a mi encuentro.
Las meditaciones nos han ayudado a llevar una vida de mayor santidad, que es nuestra vocación. Así nos lo pide el Papa en su exhortación “Gaudete et exultate”, no echar en saco roto todo lo recibido estos días, o como decía San pablo a los Corintios: “Os exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios”.
El Señor nos está pidiendo cambios en nuestra vida. Por eso nos recomendaba hacer un examen y revisión de vida, profundo y sincero, para reconocer nuestros muchos fallos. Luz para que yolo vea y quitar justificaciones. Hay que invocar al Espíritu Santo, Él nos dará luz y valentía.
Nos recordó que hay que mantener el silencio y el recogimiento. El silencio es el portero de nuestra vida interior. Agradecer al Señor su acercamiento a través de su encarnación. Hay que imitar las virtudes que el Señor nos enseñó, para llegar a la santidad: humildad, obediencia, pobreza…
Una meditación profunda fue sobre la oración, ella nos hace ser más hijos de Dios. Sin la oración el alma no tiene alimento, cae en flojera. “Velad y orad”.
Finalizó pidiéndole a nuestra Madre, Santa María, las gracias necesarias para llegar a vivir esta meta de santidad, fijándonos en ella e imitándola como modelo de caridad y humildad.