Beato Francisco de santa Maria, presbítero y mártir
Montalbanejo (Cuenca), c. 1586 – Nagasaki (Japón), 17-VIII-1627. Religioso franciscano (OFM), misionero, mártir.
Se conoce el pequeño pueblo de su nacimiento, aunque no se sabe en qué convento franciscano ingresó y estudió, aunque una antigua tradición sitúa estos hechos en el de Belmonte (Cuenca). Siendo novicio fue enviado por sus superiores a América, concretamente a la Nueva España (hoy, México), donde consta que vivió en varios conventos franciscanos de la provincia franciscana de San Diego y donde fue ordenado sacerdote.
Fue enviado después, como solía suceder con cierta frecuencia, a las lejanas islas Filipinas. Allí fue asignado a la comunidad de Balete; después, a la de Meycawayan y administró la misión de Sampaloc. Finalmente, hacia 1620, fue nombrado padre guardián del convento de San Francisco del Monte.
En sus años de estancia en las Filipinas no sólo aprendió la lengua tagala, sino también las más difíciles china y japonesa. Fue este conocimiento de idiomas lo que motivó que se le enviara al Japón, en 1622, para suceder al padre Antonio de San Buenaventura, que era el Comisario de los franciscanos en el Japón, y había sido condenado a cárcel.
Llegó a Japón, a donde marchó acompañado del hermano Bartolomé Laurel. Desembarcaron ambos religiosos en una playa próxima a Nagasaki y como no tenían asignado un puesto de misión fijo, lo primero que hicieron fue enterarse de qué comunidades estaban más desasistidas, pues era su intención cubrir los puestos más abandonados religiosamente a causa de la persecución. Su vida fue itinerante, y ciudades, aldeas, caminos y bosques, altas montañas y ríos fueron los sitios por donde ambos misioneros hubieron de pasar continuamente. Tenían los misioneros la consigna de no exponer las vidas sino reservarse para poder ejercer el apostolado, ya que el martirio dejaba sin obreros el campo evangélico. Como la búsqueda policial arreciaba más, en algunas ocasiones se vieron los misioneros obligados a vivir en los bosques, únicos sitios de mayor seguridad, albergándose en pobres cabañas y pasando grandes privaciones. Pronto tuvieron una estimable compañía: un joven cristiano japonés que se había unido a ellos, profesaría, ya preso, en la Orden franciscana y se convirtió en su guía y mentor, con la garantía de pasar muy inadvertido por ser nativo. Se trataba del Beato Antonio de San Francisco, que morirá mártir con sus dos compañeros. Así pasaron cuatro años de intensa y fecunda labor apostólica.
En la primavera del año 1627 estaban en la casa del Beato Gaspar Vaz el P Francisco y el Hno. Laurel junto con un grupo de cristianos para celebrar allí la eucaristía. Un apóstata se enteró y avisó a la policía. Ésta llegó con presteza y rodeó la casa, y todos hubieron de entregarse. No estaba fray Antonio, pero al enterarse de la detención acudió a declarar su cristianismo y quedó igualmente preso. Fueron todos llevados a la cárcel y allí se dedicaron a la oración, animándose mutuamente a permanecer firmes en la fe. Juzgados, se les condenó a muerte: los dos misioneros extranjeros y otros cristianos serían quemados vivos y los demás decapitados.
Como consecuencia de este martirio, y el de un total de otros doscientos cinco cristianos en este año, pronto se inició por la Iglesia católica un proceso de beatificación, que sufrió larga interrupción a fines del siglo XVII, si bien la causa fue reabierta en el año 1863, culminando con la declaración de doscientos cinco beatos mártires de la iglesia japonesa, efectuada por el papa Pío IX por su breve pontificio del 7 de mayo de 1867, y su solemne beatificación realizada en Roma el 7 de julio de 1867.
Cfr: https://dbe.rah.es/biografias/66592/beato-francisco-de-santa-maria
http://www.franciscanos.org/santoral/franciscosantamaria.htm