Beato Víctor Chumillas, mártir

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Beato Víctor Chumillas, mártir

 

Olmeda del Rey (Cuenca) vio nacer a Víctor Chumillas Fernández el 28 de julio de 1902. Sus padres, Alfonso y Catalina, eran queridos por todos: de condición humilde, él albañil y muy religioso; la madre era la enfermera del pueblo y la que ayudaba a los enfermos a bien morir; el padre los enterraba gratis. Murió joven el padre y la dificultad económica se agravó para la viuda y sus seis pequeños. Víctor simultaneó su asistencia a la escuela con el trabajo: ayudaba a la madre a vender yeso por los pueblos, y en los veranos se ajustaba de trillador. Fue acólito en la parroquia, notoria su piedad, querido por el párroco y sus paisanos.

Repetía que quería ser franciscano para ir a misiones y morir martirizado, como los protomártires del Japón. El párroco propuso a los franciscanos, que daban una misión en Olmeda, que le admitiesen en el seminario. Fue la gran alegría de la infancia de Víctor. Dando saltos, fue a pedirle la autorización a su madre, que la otorgó, no sin muchas lágrimas y hondo desgarrón materno, pero con toda la entereza de su fe.

En 1914 entró en el seminario menor franciscano de Belmonte (Cuenca). Cursadas las humanidades, tomó el hábito franciscano en Pastrana (Guadalajara) el 2 de agosto de 1917. Profesó de votos temporales en Arenas de San Pedro (Ávila) el 4 de agosto de 1918. Cursó la filosofía en Pastrana y la teología en Consuegra (Toledo). El 29 de julio de 1923 hizo su profesión solemne. El 6 de junio de 1925 fue ordenado de sacerdote.

Después de otros destinos, fue enviado a Almagro, Ciudad Real, a principios de 1935. En octubre de ese mismo año, el Capítulo le nombró Guardián y Rector del Convento-Teologado de Consuegra, donde permaneció hasta su muerte por Cristo.

Pasada la medianoche del 15 al 16 de agosto de 1936, los franciscanos fueron sacados de la iglesia-prisión. Inmediatamente mandaron volverse a los naturales de Consuegra y a los hermanos no clérigos, en total, ocho, que serían luego asesinados el 19 de agosto y el 24 de septiembre. Los veinte restantes fueron subidos a un camión.

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Escoltado por varios coches, en los que iba el alcalde y miembros del Ayuntamiento, el camión inició su marcha, salió de Consuegra, pasó por el pueblo de Urda y se detuvo en el lugar llamado Boca de Balondillo, en el término municipal de Fuente el Fresno (Ciudad Real). Los franciscanos, que habían ido rezando por el camino, recibieron la orden de bajar y ponerse en fila a pocos metros de la carretera. El P. Víctor Chumillas pidió al alcalde que los desatasen para morir con los brazos en cruz, pero no le fue concedido. Pidió que los fusilasen de frente, y el alcalde permitió que se volviesen. Entonces el P. Víctor dijo a su comunidad: «Hermanos, elevad vuestros ojos al cielo y rezad el último  padrenuestro, pues dentro de breves momentos estaremos en el Reino de los cielos. Y perdonad a los que os van a dar muerte». Y al alcalde: «Estamos dispuestos a morir por Cristo». Inmediatamente, Fr. Saturnino clamó: «¡Perdónales, Señor, que no saben lo que hacen!». Empezó la descarga de disparos.

Sus restos fueron trasladados e inhumados definitivamente en la iglesia franciscana de San Juan de los Reyes. El domingo 28 de octubre de 2007, en la plaza de San Pedro, tuvo lugar la solemne beatificación de Víctor Chumillas, junto otros 497 mártires de la persecución religiosa en España.

Cfr. http://www.franciscanos.org/santoral/victorchumillas.htm

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