Beatos Redentoristas mártires
Cuenca tiene un lugar preferente entre los recuerdos de los orígenes de la Congregación del Santísimo Redentor en España, ya que en Huete, tuvo lugar la primera fundación en nuestro país. Esa primera residencia redentorista desapareció con la revolución de 1868.
Cuando el ambiente vuelve a ser favorable, en los primeros días de febrero de 1895, los Redentoristas se instalan en la capital, ocupando el convento e iglesia de San Felipe, en la parte alta de la ciudad. La actividad de la comunidad se repartía entre las misiones populares en la diócesis, los ejercicios espirituales, la predicación extraordinaria y las celebraciones en la propia iglesia de San Felipe.
En 1936, la comunidad redentorista estaba formada por ocho sacerdotes y cuatro hermanos coadjutores. El 18 de julio, ante la situación política que experimenta la ciudad, los redentoristas abandonan el convento y se dispersan, refugiándose en casa de un canónigo de la catedral y otras personas amigas. Los más ancianos serán acogidos en el asilo de las Hermanitas de los Ancianos. Al día siguiente, todos se reencuentran en el convento, sin mayor novedad.
El día 20 una turba de milicianos derriba la verja de la Iglesia y desquicia las puertas del templo; a pesar de esto, se seguirán celebrando los sacramentos hasta el día 23, en que sólo acuden a la cita el P. Romero y el H. Benjamín. Al ver que aumenta la tensión y la violencia contra los religiosos, el convento queda abandonado y los redentoristas siguen destinos diferentes. Algunos miembros logran esconderse y salir de Cuenca, pasado un tiempo; otros se refugiaron en el Seminario. Estos últimos, pocos días después, sufrirían el martirio junto con el Obispo de Cuenca.
El 31 de julio, los PP. Ciriaco Olarte y Miguel Goñi eran detenidos y fusilados. Uno de ellos moría al instante y el otro tras una larga agonía. Enterado el P. Julián Pozo, avisó al Superior con la intención de procurarse un refugio mejor. El P. Pozo murió la noche del 9 de agosto, en medio de la carretera de Cuenca a Tragacete, rezando el rosario. En el camino del cementerio, la noche del 10 al 11 de agosto de 1936, eran fusilados el P. Xavier Gorosterrazu y el H. Victoriano Calvo. El P. Pedro Romero, de avanzada edad, llevó vida de mendigo por las calles de Cuenca, hasta que fue detenido en mayo de 1938 y arrojado a la cárcel, donde morirá en los primeros días de junio a causa de una disentería, provocada por los padecimientos vividos durante su persecución.
Xavier Gorosterratzu Jaunarena, presbítero misionero redentorista y mártir, nació en Urroz (Navarra) en 1877. Durante su infancia trabaja en las labores ganaderas de su familia. Ingresa como redentorista a los dieciséis años, emitió la profesión religiosa el 8 de septiembre de 1896 fue ordenado sacerdote en 1903. Era hombre de gran talento, pensamiento y erudición. Tras diversos destinos, el 6 de enero de 1933 es enviado a Cuenca con carácter provisional. El 22 de julio de 1936 se esconde en el domicilio de don Elpidio Miranzo, amigo de la comunidad. El 28 se traslada al Seminario, refugio de religiosos y sacerdotes, creyendo que sería un lugar más seguro. Varios testigos narran cómo continuaba ejerciendo su servicio sacerdotal entre los allí refugiados, animándoles a dar la vida si fuese necesario, con plena conciencia de la posibilidad de un próximo martirio. Le llegaron confidencias sobre su futuro fusilamiento el 8 de agosto, pero se retrasó unos días. Lo sacaron del Seminario a las 2 de la madrugada del día 11, para ser ejecutado, atado al H. Victoriano. Ambos entregaron su vida cerca del cementerio de Cuenca.
Ciriaco Olarte nació en Gomecha (Álava) en 1893. En 1904 ingresó en el Jovenado redentorista de El Espino (Burgos), pronuncia sus votos como misionero redentorista el 8 de septiembre de 1911. Fue ordenado sacerdote en 1917. El 8 de mayo de 1935 se instala en Cuenca. Al abandonar el convento, en julio de 1936, se esconde primero en la casa del canónigo Domínguez, junto con el P. Goñi, y después en la de don Enrique Gómez, beneficiado de la catedral de Almería. Allí pronuncia como una profecía estas palabras: “El día de San Alfonso (1 de agosto) lo vamos a pasar en el cielo…”. Fueron denunciados por una panadera conocida. Muchos los vieron pasar el día 31, sobre las 10 de la mañana, a empujones, conducidos por una turba de milicianos descontrolados. No hubo juicio ni orden de ejecución. En un desmonte cerca de la central eléctrica El Batán, les dispararon a quemarropa. Ambos cayeron al suelo: uno murió -el P. Ciriaco-, y el otro padeció una larga agonía entre contorsiones y gritos de auxilio. Una guardia impedía socorrer a las víctimas. A las 10 de la noche llegó el Juzgado para recoger los cadáveres, que metieron en una misma caja y enterraron en la fosa común. Según testigos, el P. Olarte estaba boca arriba. Recibió tiros en el pecho y la nuca.
Miguel Goñi nació en Imarcoain (Navarra) en 1902. En 1913 en el Jovenado de El Espino para hacer los estudios medios. Profesa como religioso de la Congregación del Santísimo Redentor el 26 de agosto de 1920, al mismo tiempo que su compañero el P. Julián Pozo. Es ordenado sacerdote en 1925. Desde 1932 está en Cuenca. Su actividad se desarrolla fundamentalmente en la iglesia de San Felipe Neri, en la que celebra la eucaristía y atiende el ministerio de la reconciliación. Sabemos que en el mes de mayo de 1936, fue perseguido por las calles de Cuenca por un grupo de exaltados milicianos deseosos de atacar a cualquier religioso. A los diez días de abandonar el convento de San Felipe, el P. Miguel Goñi fue detenido con el P. Ciriaco Olarte. Fue fusilado el 31 de agosto de 1936. Según algunas fuentes, se desangró vivo durante dos horas de agonía, sin que nadie le asistiera.
Julián Pozo vino al mundo en Payueta (Álava) en 1903. De niño fue enviado al Jovenado de El Espino, pero terminados sus estudios en 1913, en lugar de ser enviado al noviciado, regresó a su casa. Sus deseos vocacionales fueron cumplidos al ser llamado al noviciado poco después, superadas las reticencias de algunos redentoristas sobre su idoneidad. Profesó en 1920. Recibió la ordenación sacerdotal en 1925. Es destinado a Cuenca en 1928.
El P. Pozo abandonó el convento el 20 de julio y fue recogido en casa de las hermanas Muñoz, junto con el H. Victoriano. Ellas les preguntan qué dirán si vienen a por ellos a la casa, y responde: “Pues presentarnos como lo que somos: religiosos y redentoristas. No tenemos mártires… ¡a ver si somos los primeros!”. Poco después el P. Pozo y el H. Victoriano se refugian en el Seminario. El 9 de agosto, el P. Pozo y el presbítero Crisóstomo Escribano, secretario del obispado de Cuenca, fueron sacados con dirección al martirio. Ambos murieron en el kilómetro 8 de la carretera de Cuenca a Tragacete, cosidos a balazos. El P. Pozo tenía 33 años, y fue martirizado mientras rezaba, de rodillas, con un crucifijo en una mano y el rosario en la otra.
Victoriano Calvo. Se llamaba Víctor y había nacido en Horche (Guadalajara) el 23 de diciembre de 1896. Mientras hacia el servicio militar en Madrid, se acercó a los Redentoristas de la calle Manuel Silvela, el Santuario del Perpetuo Socorro, en varias ocasiones, pero cuando iba a tocar la campana, rápidamente se arrepentía y daba la vuelta. Finalmente, el 31 de marzo de 1919, Víctor abandonó su hogar y su pueblo sin despedirse de nadie. Profesó como Hermano Coadjutor Redentorista el 13 de noviembre de 1920, con el nombre de Hermano Victoriano. En 1921 fue destinado a la comunidad redentorista de Cuenca. Primero fue hortelano, y también sacristán y portero. Se ofreció para ir a las misiones de China. Era silencioso, pero profundo. El 20 de julio de 1936 se esconde en el domicilio de las Hermanas Muñoz. Después de conocer que los PP. Olarte y Goñi habían sido fusilados, el H. Victoriano se refugia en el Seminario con el P. Pozo. Allí corren rumores de ejecuciones. A las 2 de la madrugada del día 11, con las manos atadas, en compañía del P. Gorosterratzu, fue conducido al cementerio de Cuenca. Entregó su vida al Redentor en silencio, sin negar su fe y su condición de religioso.
Pedro Romero era oriundo de Pancorbo (Burgos) y nació en 1871. En el pueblo hubo misiones de jesuitas y redentoristas durante sus años mozos. Ingresó en El Espino, muy cerca de su localidad natal. Emitió su profesión religiosa como misionero redentorista el 24 de septiembre de 1890. Ordenado en 1896. Le costó mucho aceptar el mandato del superior de la comunidad de Cuenca de abandonar el convento y de no volver a él a partir del día 23 de Julio de 1936. Se refugió en las Hermanitas de los Pobres como si fuera un anciano más. Allí celebraba la eucaristía y atendía a las peticiones que le llegaban de asistencia religiosa. En agosto de 1937 hubo de refugiarse en una casa particular, es denunciado y llamado a comparecer ante el gobierno civil. Declaró tranquilamente su condición de redentorista. El veredicto fue incluirlo en la asistencia social, quizás por su precario estado y avanzada edad. Abandonó la casa de Beneficencia, en la que burlas y blasfemias atormentaban su carácter. Desde entonces, vivió mendigando por las calles de la ciudad, con el rosario y el crucifijo a la vista y administrando los sacramentos a todo aquel que se lo pedía.
Un año vivió como mendigo. Su salud se quebrantaba poco a poco. En mayo de 1938 fue encarcelado por desafecto al régimen. En la cárcel empeoró más su salud y murió, a consecuencia de los padecimientos sufridos en la persecución.
En ningún momento renunció a su condición creyente, consagrada y sacerdotal, como se ve en su biografía. Aunque no fue asesinado, el desenlace de su vida fue reconocido como martirial por el tribunal que investigó la causa del martirio de los redentoristas muertos en Cuenca durante la persecución religiosa.
Los restos de los seis redentoristas fueron trasladados a Madrid. Actualmente están en la capilla de la coronación de la Parroquia-Santuario del Perpetuo Socorro de la capital.
https://www.redentoristas.org/santos-redentoristas/martires-de-cuenca/
Aunque no vivían en Cuenca en el momento de su martirio, en el Causa de Vicente Renuncio Toribio y compañeros se incluyen dos redentoristas que también estuvieron destinados en la Iglesia de san Felipe Neri de Cuenca, y fueron martirizados en Madrid:
Crescencio Severo Ortiz Bianco. Nació en Pamplona el 10 de marzo de 1881. Profesó el 24 de septiembre de 1900, y fue ordenado sacerdote el 28 de diciembre de 1905. Activo en las misiones populares y en la enseñanza de la filosofía, residió en las comunidades de Astorga, Cuenca, Valencia y Barcelona. Trasladado a la comunidad de San Miguel, de Madrid, el 13 de julio de 1936, fue capturado y asesinado el 20 de julio junto a otros hermanos.
José María Urruchi Ortiz. Nació en Miranda de Ebro (Burgos) el 17 de febrero de 1909. Tras la profesión religiosa, el 24 de agosto de 1926, prosiguió sus estudios con tenacidad y considerable esfuerzo en Astorga. Ordenado sacerdote el 20 de octubre de 1932, fue trasladado a Nava del Rey y en los años 1934-1935 a Coruña, Cuenca y Vigo. En octubre de 1935 se incorporó a la comunidad madrileña del Perpetuo Socorro, donde permaneció hasta el 20 de julio de 1936 cuando, por la persecución, salió de casa para ser acogido por una familia amiga. Tras un registro, el 22 de agosto de 1936 fue capturado y asesinado durante la noche. Tenía 27 años.
Fueron beatificados en Madrid, el 22 de octubre de 2022.