Carta del Sr. Obispo con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi

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Queridos hermanos:

Celebramos con gran alegría la solemnidad anual del Corpus Chisti. Aunque este año la fiesta se vea empañada por las circunstancias de la pandemia que ha causado tanta tristeza en muchas familias con la muerte o la enfermedad de sus seres queridos; y aunque no podamos llevar en procesión al Ssmo. Sacramento por las calles de la ciudad con la compañía bulliciosa, alegre, de los niños de Primera Comunión, vivámosla con mayor intensidad todavía de fe y de amor agradecido.

A partir de mediados del siglo XIII (y aún antes en la localidad de Lanciano, Italia, s. VIII) se han ido repitiendo en la cristiandad  hasta nuestros días los milagros que ven al centro el misterio eucarístico, la presencia de Cristo en la Sgda. Eucaristía que se hace “visible” como “manchas” o grumos de sangre o carne humana, en lugares diferentes: Luchente, Daroca, Bolsena, Casia…, con frecuencia como respuesta del Señor a las dudas de fe del sacerdote celebrante. En Cuenca tenemos la Santa Hijuela que se puede contemplar en Carboneras de Guadazaón.  Dichos milagros hicieron crecer exponencialmente la devoción a la Sgda. Eucaristía y llevaron a la institución de la fiesta del Corpus Christi que el Papa Urbano IV, en 1364, mandó se celebrase el jueves después de la solemnidad de la Ssma. Trinidad. Uno de los tres celebres jueves de la tradición católica junto con el Jueves Santo y el jueves de la Ascensión.

La solemnidad del Corpus Chisti  nos recuerda la centralidad de la Eucaristía en la vida de los cristianos. En la Santa Misa se renueva sacramentalmente por la acción del Espíritu Santo el misterio de nuestra redención. El sacrificio redentor de Cristo se actualiza en nuestra Misa, verdadero memorial de la muerte y resurrección de Cristo. Tan esencial es para la vida de los cristianos que el precepto de la Iglesia nos empuja a participar en ella todos los domingos y “días de guardar”, y a recibir la Sagrada Eucaristía al menos una vez al año durante el tiempo de Pascua. Ante la dificultad de ese año para cumplir el precepto de la Comunión pascual os animo a hacerlo apenas os sea posible,  precediéndola de una sincera y contrita Confesión, pues, como establece el  Catecismo de la Iglesia Católica: “Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar” (n. 1385).

La Celebración del Corpus Christi coincide con el día de la caridad. El amor de Dios que nos “alcanza” en el sacramento de la Eucaristía, debe desbordar del propio corazón, para “llegar” a su vez a todos los hombres. Se entiende bien que así sea, pues es imposible que el fuego del amor de Dios que enciende el corazón del cristiano no se propague a los demás. Por eso puede decir con toda razón el apóstol Juan: “Hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (4, 11). Como nos ha recordado el Papa Francisco: “El criterio para evaluar nuestra vida es ante todo lo que hicimos con los demás” (Exhort. Apost. Alegraos y regocijaos, n. 104). Y el Papa Benedicto, en su encíclica Deus caritas est, afirmaba que: “El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal” (n. 20).

La caridad nos urge de manera especial en estos momentos en que la crisis económica se ceba en muchas personas y familias. Como la sangre a la herida, los cristianos hemos de acudir en ayuda de quienes están necesitados. Cada uno según sus posibilidades, pero todos con la clara conciencia de que la ayuda que podamos prestar no es algo opcional, sino una verdadera exigencia de nuestra fe, porque: “tuve hambre y me disteis de comer…, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis… Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo, dice el Señor, lo hicisteis” (Mt 25, 35-36.40). Animo pues a todos a ser especialmente generosos en esta día del Corpus Domini, día de la caridad.

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