Carta semanal del Sr. Obispo: Jornada Mundial de los Pobres

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Queridos diocesanos:

Este domingo se celebra en toda la Iglesia la “Jornada Mundial de los Pobres”, establecida por el Papa Francisco en 2017. Este año la Jornada tiene como lema unas incisivas palabras tomadas del libro de Tobías: “No apartes tu rostro del pobre” (4, 7), que han servido al Pontífice de guía conductora para su Mensaje de este año.

Con esta “Jornada” el Papa quiere que volvamos la mirada hacia los hermanos más pobres de nuestra sociedad que padecen necesidad de alimento, de vestido, de vivienda, de asistencia médica, de educación…, de todo aquello que es necesario para llevar una vida digna como persona. Hoy vemos cómo las orillas del gran río de la pobreza se ensanchan y asistimos al surgir de nuevas formas de la misma, tales, recuerda el Papa, como las que sufren las poblaciones que viven en zonas de guerra, o aquellos hombres y mujeres víctimas de las especulaciones o con salarios insuficientes, o los que se ven obligados a escoger entre las medicinas y la comida necesaria para subsistir (Mensaje, 7).

A la vez, nos vemos inmersos en una cultura que “no favorece la atención a los más pobres” (ibídem, 4), que está con frecuencia dominada por el afán de placer a toda costa y sin límites; por el deseo irrefrenable de comodidades; por el cultivo de formas de vida que persiguen el éxito como supremo objetivo; por el ritmo desenfrenado que impide prestar atención, detenerse, “socorrer y hacer algo por los demás”.

Gracias a Dios no faltan personas, como recuerda el Papa, que viven una admirable entrega a los pobres y excluidos y que comparten con ellos; que “se comprometen junto a aquellos que se encuentran en situaciones de marginación y sufrimiento”. A muchas de esas personas las conocemos y nos damos cuenta de que no se trata de “súper-hombres”, sino de alguien que ha tomado conciencia de que el otro es “uno como yo”, que tiene mi misma dignidad, que es amado por un Dios que desea ser acogido, vestido, cobijado, cuidado… en todo aquel que es “próximo” nuestro, de manera especial en los pobres y desposeídos de la tierra (cfr. Mt 25, 31-46). El Papa no escatima su gratitud hacia esas personas, hacia “tantos voluntarios”, por los que ruega “para que su testimonio pueda ser fecundo” (n. 5). Desde aquí hago una llamada a la sensibilidad cristiana, sobre todo de los jóvenes, para que hagan realidad sus deseos de servicio formando parte del “voluntariado” de las distintas instituciones -Cáritas, Manos Unidas las Conferencia de San Vicente Paúl, etc.- tan necesario en estos momentos.

Esta “Jornada mundial de los pobres” es buena ocasión para recordar también, para “estimular y hacer presión” a las instituciones públicas, como dice el Papa, para que, sin pretextos o excusas fáciles, cumplan su deber al servicio de todos los ciudadanos, cuyos derechos fundamentales deben garantizar.

El Papa Francisco es consciente de que este es un campo que se presta a la fácil retórica y en el que se pueden intentar cómodas, aunque falsas, escapatorias, que nos dispensan de implicarnos en primera persona, delegando en otros o escondiéndonos tras un donativo generoso…, para que otros hagan caridad (cfr. 4). Descubrimos ahí lo oportunas que resultan sus palabras cuando nos invita a mirar de frente, cara a cara, al pobre; porque “los pobres, dice, se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación” (ibidem). En la parábola del Buen Samaritano (Lc 25, 37) encontramos el modelo del comportamiento cristiano con los hermanos más necesitados y pobres. Hoy es buen día para releerla una vez más y sacar consecuencias. Pidamos al Señor un corazón, sensible y piadoso, como el de aquel buen hombre.

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