Carta semanal del Sr. Obispo: La hora de los laicos

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Queridos diocesanos:

El pasado fin de semana, del viernes 14 al domingo 16 de febrero, se ha celebrado el Congreso de Laicos Pueblo de Dios en salida, en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. Al Congreso asistieron personas de todas las diócesis españolas, en su gran mayoría laicos pertenecientes a parroquias, asociaciones y movimientos, aunque no faltó una representación de la Vida Consagrada y un nutrido grupo de sacerdotes. Más de 70 Obispos se hicieron presentes en un momento u otro del Congreso, y buena parte de los mismos tomó parte, como un congresista más, en los trabajos de esos días. El total de los participantes en el Congreso sobrepasó la cifra de los dos mil. El número de presencias por diócesis fue proporcional al total de los fieles de cada una de ellas. Once fueron los participantes de nuestra diócesis de Cuenca en el evento: dos sacerdotes, una religiosa y nueve laicos: tres mujeres y cinco varones, amén de un servidor.

El objetivo del Congreso no era otro sino el de dinamizar y promover el laicado en España, hacerle tomar conciencia del papel imprescindible e irremplazable que le corresponde en la nueva evangelización, invitarlo a asumir su responsabilidad en esta tarea, impulsar su conciencia misionera y hacer sentir la necesidad de recibir la formación conveniente para llevarla a cabo, desde una renovada percepción de su condición de discípulos en el seno de una Iglesia que se sabe enviada. De ahí el lema del Congreso: Pueblo de Dios en salida. Esta ha sido una de las principales exigencias evangélicas que el Papa Francisco ha subrayado desde el comienzo de su pontificado: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (Evangelii gaudium, n. 20).

La estructura del Congreso apoyó en tres tipos distintos de actividades: primero, las ponencias que desarrollaron aspectos fundamentales relativos al ser y a la misión del laico; segundo, los cuarenta itinerarios o unidades temáticas que iniciaban con una charla para situar los temas: primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública, y dejar paso, después,  a las experiencia y testimonios en los diversos grupos, de unas 50 personas cada uno, los cuales debían responder a tres preguntas cuyas respuestas están llamadas a convertirse en conclusiones prácticas después del Congreso; y, tercero, las celebraciones: ratos de oración en común, la celebración de la Eucaristía y una Hora Santa en la tarde-noche del viernes 14. Los participantes en el Congreso dispusimos, además, de una Capilla de adoración, con exposición permanente del Santísimo Sacramento, muy frecuentada en todo momento por los asistentes. El acompañamiento musical y la disponibilidad y buen hacer de las voluntarios dio un tono marcadamente joven al Congreso y contribuyó al ambiente de alegría que lo dominó todo.

Los días del Congreso constituyeron el epílogo de los trabajos que se han ido realizando en parroquias, movimientos y asociaciones laicales desde que en 2018 se decidió organizarlo. En repetidos momentos se puso de relieve que el Congreso representa el punto de partida de un trabajo que deberá tener continuidad en los próximos años, con el fin de llevar a cabo las propuestas que saldrán de él. Los organizadores tuvieron interés en recordar con frecuencia que el Congreso no es un evento aislado, sino que forma parte de un  proceso.

Las palabras que con más frecuencia se escucharon durante el Congreso fueron, entre otras, las de “conversión personal”, “impulso misionero” o “Iglesia en salida”,  “corresponsabilidad”, “sinodalidad” (caminar juntos), “formación”, lo que da buena cuenta del espíritu que animó el Congreso.

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