Carta semanal del Sr. Obispo: «Recomenzamos»

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Queridos diocesanos:

Una vez finalizado el tiempo de descanso -al menos para la mayor parte de quienes se encuentran en edad laboral-, retomamos nuestros encuentros semanales a través de estas letras en las que nos ocuparemos de algún tema doctrinal, trataremos de diversos aspectos de la vida cristiana o haremos alguna reflexión sobre acontecimientos de la vida diocesana o de la Iglesia universal.

Estamos a comienzos del nuevo año de pastoral, y durante el mismo nos seguiremos ocupando de la renovación de nuestras parroquias y de la vida de los sacerdotes. Como sabéis, en los últimos dos años, no obstante el reto que ha supuesto para todos la pandemia con sus fatales consecuencias, hemos reflexionado sobre la realidad de nuestras parroquias y sobre el modelo o imagen que queremos hacer realidad en ellas. Por decirlo de algún modo, hemos querido ponerlas como ante un espejo en el que quedase reflejada, con la mayor exactitud posible, la verdad de su actual situación; con coraje, sin miedo, sin tratar de esconder su verdadero rostro, con sinceridad, sin temor a que las metas puedan parecer demasiado ambiciosas, con deseos sinceros de mejorar, de implementar, modificar o eliminar todo lo necesario para hacer realidad esa Iglesia en salida que nos propone el Papa Francisco en varios de los documentos salidos de su mano. Nos ha movido el deseo de descubrir la Iglesia que somos y, al mismo tiempo, dibujar la Iglesia que queremos ser, buscando, a la vez, los caminos que nos deben conducir de la una a la otra, y nos permitirán cumplir mejor su misión salvadora.

En esa empresa seguimos embarcados. No hemos llegado todavía a puerto. Por eso, es necesario que, al comienzo de este nuevo curso, renovemos nuestra ilusión; hagamos, si cabe, más tenso nuestro empeño, y contagiemos a nuestro alrededor el deseo de tomar parte activa en esta tarea común. No podemos rendirnos a la tentación de ceder cómodamente ante las dificultades que presenta hoy la misión evangelizadora de la Iglesia. No ignoramos que “en el conjunto de una extraordinaria vida eclesial con miles de actividades y cientos de miles de personas participantes” –basta considerar el número de voluntarios que trabajan, por ejemplo, en Cáritas, Manos Unidas o las Conferencias de San Vicente Paúl; o el de los/las catequistas que preparan a los niños y adolescentes para la Primera Comunión y la Confirmación; o el de los que, jóvenes o menos jóvenes. dedican parte de su tiempo a cooperar en las Misiones, en campamentos infantiles, en aliviar la soledad de miles de ancianos…-; pero es igualmente manifiesto “el descenso en el número de personas que participan en la vida sacramental” (Conferencia Episcopal Española, Fieles al envío misionero, 2021, p. 27) y el aumento de aquellas otras que, por el contrario, viven “como si Dios no existiese”.

Todos los cristianos, cada cual en el lugar que ocupe en la sociedad, estamos llamados a participar en el empeño porque la cultura ambiental no sea extraña y, menos aún, contraria a Dios; y todos estamos igualmente convocados para superar las dificultades o debilidades internas de la Iglesia, que los Obispos españoles han cifrado en la mundanidad, la falta de comunión y el pobre testimonio misionero(ibídem, p. 29).

La Iglesia diocesana llama a todos a recorrer el camino de renovación que hemos emprendido. A lo largo de este año los objetivos pastorales se llevarán a cabo en un triple nivel: parroquial, arciprestal y diocesano. Cada parroquia se centrará en la revisión de la acción pastoral que realiza, para, a esa luz, programar las actividades para el curso siguiente. A nivel arciprestal se buscará revitalizar los encuentros arciprestales con tres momentos: de oración, de formación y de convivencia. Finalmente, en la diócesis se dará a conocer el proceso iniciado con el Congreso de Laicos, cuyo fin es potenciar su acción en la Iglesia y en el mundo; con motivo del Año de la Familia se tratará de consolidar la pastoral del matrimonio y la familia, y celebraremos la fase diocesana preparatoria de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

Que la Virgen de las Angustias y San Julián guíen nuestros pasos en este curso.

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