Carta semanal del Sr. Obispo: “Tender la mano, como dice el Papa, es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor”

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Queridos diocesanos:

Este domingo celebramos la IV Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco para dar continuidad de alguna manera al Año Jubilar de la Misericordia. La Jornada tiene lugar en la proximidad de la solemnidad de Cristo Rey del Universo. Su reino, como canta el Prefacio de dicha solemnidad, es un “reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz”.

Esta Jornada tiene como objetivo poner ante los ojos de todos, y de manera particular ante los de las comunidades cristianas, la dolorosa realidad de la pobreza en nuestro mundo, con la secuela de los numerosos y graves males físicos y morales que la acompañan.

Nos equivocaríamos si pensáramos que la pobreza es una realidad que aflige solo a unos pocos hombres y mujeres de países lejanos, a pueblos de los que apenas tenemos conocimiento. Por desgracia es un hecho que afecta gravemente a millones de personas que mueren de hambre, que sufren serios problemas de desnutrición, carecen de un mínimo de educación, son afligidos por enfermedades y están privados de la suficiente atención médica si es que pueden contar con alguna que merezca tal nombre y no disponen de las cuatro paredes que permiten hablar de un casa u hogar ni de luz o agua potable de fácil acceso. Y también en las sociedades ricas o de la opulencia, la pobreza tiene rostros conocidos.

En nuestra propia España el fenómeno de la pobreza no es para nada desconocido. La Fundación FOESSA, de reconocido prestigio, que cada año nos permite conocer la situación social de España, ofrece datos que pueden parecer increíbles a primera vista. Es cierto que la situación de muchas personas y familias se ha visto agravada en los últimos meses como resultado de la crisis económica provocada por la pandemia. De todos modos, estremece pensar que, según el informe de la citada Fundación, hoy, 3 de cada 10 personas carecen, por ejemplo, de ingresos, y la mitad de los hogares no pueden hacer frente a los pagos de hipoteca o alquiler de la vivienda. Es una pobreza muchas veces sumergida, que en ocasiones se oculta voluntariamente y a la que se priva de visibilidad.

El mensaje del Papa para esta IV Jornada Mundial de los Pobres lleva como lema las palabras de la Escritura: “Tiende tu mano al pobre” (Si 7, 32). Estas palabras son más que una invitación, más que un pedido cortés o un educado requerimiento, más que un simple consejo. Francisco afirma en el inicio mismo de su Mensaje que para los antiguos sabios de Israel estas palabras son “un código sagrado a seguir en la vida”; pertenecen, pues, a aquellas normas y principios morales que deben guiar nuestros comportamientos; forman parte de las actitudes fundamentales que definen a la persona justa. Se tiende la mano para ayudar al que cae, para levantar al que está postrado, para ofrecer apoyo al que vacila, para hacer visible una actitud amistosa y ofrecer la paz, para ayudar a llevar una carga, para hacer sentir la calidez de una presencia. “Tender la mano, como dice el Papa, es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor” (Mensaje, 6).

Esta Jornada nos ayudará sin duda a redescubrir los múltiples rostros, vecinos o lejanos, que la pobreza presenta en nuestros días, ya que, casi sin darnos cuenta, nos volvemos insensibles e “incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera responsabilidad ajena que no nos incumbe” (Mensaje, 9). La Jornada es una llamada a sentir la responsabilidad por los que carecen de lo necesario para poder llevar una vida humana digna; una invitación para ponernos de su parte y hacer oír su voz tantas veces acallada injusta y violentamente. ¡Son como nosotros!

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