El mensaje semanal del Obispo de Cuenca. 8 de Febrero de 2019

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Queridos diocesanos:

En este año de 2019 se cumplen 80 años de la publicación de un pequeño libro de  espiritualidad, Camino, del que se han vendido ya alrededor de 5 millones de ejemplares en 43 idiomas distintos, índice evidente de su alto grado de aceptación por gentes de todas las latitudes y culturas.  Como es sabido, su autor es San Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote aragonés canonizado por San Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002 en una ceremonia litúrgica en la que participó una multitud de personas, que abarrotaba la Plaza de San Pedro y las calles adyacentes.

En la homilía de la Misa de canonización, el Papa San Juan Pablo II señaló que el nuevo santo comprendió con claridad que la misión de los bautizados consiste en elevar la Cruz de Cristo sobre toda realidad humana, y animó a los peregrinos a difundir en la sociedad “sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a la santidad. Esforzaos, dijo a los asistentes,  por ser santos vosotros mismos en primer lugar, cultivando un estilo evangélico de humildad y servicio, de abandono en la Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu».

Dedico esta Carta semanal a Caminoporque no todos saben que el libro vio la luz en 1934 en nuestra ciudad de Cuenca con el título de Consideraciones espirituales. Se editó en la antigua imprenta del Seminario que por entonces había cambiado su nombre por el de Imprenta “la Moderna” (cfr. P. Rodríguez, Camino. Edición crítico-histórica, Ed. Rialp, Madrid 2001, p.36).

El haber visto la luz aquí, no es el único vínculo que une Cuenca con Camino. En efecto, el permiso para la impresión de la obra (el canónico imprimatur)  lo concedió el entonces Obispo de la diócesis de Cuenca, el Beato Cruz Laplana, aragonés como el autor de Camino, pariente suyo por la parte de su madre y buen amigo de su padre. En marzo de 1934 el Beato Cruz Laplana y San Josemaría Escrivá se encontraron en Madrid, y éste último habló del Opus Dei a su pariente el Obispo de Cuenca. Quizás a raíz de esa entrevista San Josemaría pensó que lo más oportuno era editar el libro en Cuenca. Se daba la coincidencia de que en Cuenca residía otro ilustre aragonés, D. Sebastián Cirac, Archivero diocesano, quien desde hacía tiempo estaba en contacto con San Josemaría y con el proyecto apostólico de éste.

Fue precisamente a D. Sebastián a quien el Sr. Obispo dio el encargo de ser Censor de la publicación Consideraciones espirituales, libro que más tarde, después de ser ampliado, aparecerá con el título de Camino. Consideraciones espirituales, como se ha dicho, vio la luz en Cuenca en 1934 después de algunas peripecias llenas de interés. De ellas informa con detenimiento el trabajo del profesor P. Rodríguez citado más arriba.

No está de más recordar que, en un determinado momento, existió la posibilidad de que el autor de Camino quedará incardinado en nuestra diócesis. Es lo que puede deducirse de una carta del Siervo de Dios Joaquín María Ayala Astor, Rector del Seminario Conciliar y Canónigo Doctoral de Cuenca, dirigida a José María Escrivá, a quien había conocido en Madrid en 1927 y con quien mantuvo una estrecha amistad desde ese momento hasta su muerte (cfr. P. Rodríguez, o.c., p. 939).

Seguramente no pocos de los que lean esta  Carta semanalconocerán Caminode primera mano, y habrán experimentado los efectos del estilo incisivo, directo, positivo,  amistoso, de sus palabras, con las que San Josemaría pone al lector ante las exigencias divinas que nacen del Evangelio. El inicio no lejano de la próxima Cuaresma puede ser un momento oportuno para meditar sus páginas, en la seguridad de que facilitarán una nueva conversión y acercamiento a Dios Nuestro Señor.

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