El Pan de la Palabra. I Domingo de Cuaresma

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Iniciábamos la cuaresma el pasado miércoles con un signo de que queremos cambiar, de que queremos convertirnos. La ceniza sobre nuestras cabezas es un signo externo de un proceso que queremos iniciar dentro de nosotros mismos. Por eso el profeta Joel insistía en rasgar los corazones y no las vestiduras. Y Jesús nos invitaba a entrar en lo escondido, donde no se ve, pero donde nos jugamos el sentido de todo lo que hacemos, pensamos y decimos.

Hoy,al comentario de Enzo Bianchi, se añade otro a la oración colecta de este primer domingo de cuaresma. Esta oración tal cual aparece en el misal en italiano es más elocuente que la de la traducción en español:

Oh Dios, Padre nuestro,

con la celebración de esta Cuaresma,

signo sacramental de nuestra conversión,

concédenos a nosotros tus fieles

crecer en el conocimiento del misterio de Cristo

y testimoniarlo con una digna conducta de vida.

La cuaresma es un tiempo de gracia, un tiempo de salvación (como nos decía Pablo en la lectura del miércoles de ceniza), un tiempo en el que se nos invita a esforzarnos un poco más en nuestro crecimiento «del conocimiento del misterio de Cristo y testimoniarlo con una digna conducta de vida». Conocer un poco más el misterio que nos salva y dar testimonio con nuestra conducta, con nuestro estilo de vida: ser misericordiosos como nuestro Dios, cuyo rostro se ha revelado en Jesús, es misericordioso. Éste es el horizonte en el que tenemos que comprender la cuaresma: profundizar en nuestro conocimiento del misterio de Dios revelado en Jesucristo, y para ello la escucha de la Palabra y la oración son esenciales y dar testimonio de ese misterio con nuestra limosna (compartir con los de alrededor nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestro cariño…) y nuestro ayuno (quitar de nuestra vida todas esas cosas que nos perjudican, que nos hacen egoístas, que nos impiden darnos).

Pues bien, en ese esfuerzo por conocer el misterio de Cristo y en testimoniarlo, nos sentimos como el pueblo de Israel en el desierto camino de la tierra prometida y como Jesús en el desierto donde fue tentado. Jesús experimentó la tentación de realizar su misión de Mesías e Hijo de Dios por caminos diferentes a los que él había descubierto en la escucha atenta de la Palabra de Dios durante tantos años de vida en Nazaret y tras los pasos del Bautista: el Dios de Israel es un Dios que ha elegido manifestarse desde la pequeñez (elige un atajo de esclavos como pueblo suyo; a un pastor Abrahán como amigo e iniciador de esta aventura, a Moisés un prófugo de Egipto que había asesinado a un egipcio como líder para encabezar esta liberación…) y ahora a Jesús el diablo le invita a usar otros caminos: el camino del falso buenismo que satisface las necesidades inminentes de la gente, pero que no cambia la vida; el camino de una falsa política que reduce el reino a cuotas de poder o a imposición de un sistema nuevo; el camino de una falsa religión que confunde acción de Dios con milagrería o con fenómenos mágicos. El camino de Jesús es el camino del Siervo de Yahvé, y desde el servicio trató de cambiar la vida de la gente, invitándoles a pensar de otro modo y ver la realidad y a los demás con los ojos de Dios que es Padre que no hace distinciones, denunciando todo poder político que oprime desde una actitud de servicio, que es lo único que realmente ayuda a los demás, y desenmascarando todo poder religioso que manipula a Dios con ritos vacíos y olvida que la gloria de Dios es que el hombre viva.

Jesús supera estas tentaciones echando mano de la Palabra de Dios. A cada pretensión del diablo, él responde ayudado por la palabra de Dios, esa que él ha escuchado y meditado tantos sábados en la sinagoga de su pueblo.

Nosotros, hijos de Dios, estamos también llamados a profundizar en nuestra identidad de hijos amados y en el misterio de Cristo por medio del cual hemos sido hechos hijos y hemos sido salvados. Como Jesús, la mejor arma de la que disponemos en esa lucha por mantenernos firmes en su seguimiento es la Palabra que Dios nos regala cada día. Esa misma Palabra nos invita Pablo a tenerla cerca, en los labios y en el corazón. Hagamos esta cuaresma un esfuerzo.

Que el Señor nos sostenga con este camino de la cuaresma con su Palabra y con su misericordia y nos ayude a progresar en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Feliz domingo a toda@s!!!!!!!!!

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