La liturgia de este cuarto domingo de Pascua nos coloca una figura muy especial en el centro:
+ El salmo responsorial habla de la relación entre Dios y el pueblo de Israel y dice: «El Señor es Dios» y explica la relación entre Dios y su pueblo: «él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño». El pueblo de Israel siempre pensó en Dios como su pastor: «Yo mismo buscaré mis ovejas y las apacentaré… Las apacentaré en pastos escogidos… Yo suscitaré un pastor que las apaciente; mi siervo David las apacentará y será su pastor…» (Ez 34,11s.). El señor-rey de Israel es Dios y se presenta como pastor y ha prometido: «os daré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y de prudencia» (Jr 3,5).
+ Jesús se presenta en el capítulo 10 de Juan, en el versículo 11, como el buen pastor: «Yo soy el buen pastor». El evangelio de hoy toma los versículos 27-30 de este mismo capítulo; en ellos no aparece expresión ‘yo soy el buen pastor’ o ‘yo soy el pastor’, pero dice: «mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco». Por tanto, Jesús es el buen pastor y sus seguidores son sus ovejas.
En Jesús se cumple la profecía de Ezequiel y él se presenta como el que cumple esa promesa de Dios: el rey pastor, Dios Padre, «me las ha dado, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre». Entre Dios Padre y Jesús, su Hijo, hay una relación especial: «Yo y el Padre somos uno». De aquí brota toda la actuación de Jesús. Son uno, piensan igual, sienten igual, aman igual, y por tanto son igualmente buenos pastores de su rebaño. Dios Padre ha puesto en su mano su rebaño («Mi Padre, que me las ha dado»), el cual sigue siento el verdadero dueño y sigue cuidándolas: «nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre».
Jesús se siente, por tanto, enviado por Dios con una misión especial: Dios ha puesto en sus manos su rebaño, sus ovejas amadas, y Jesús, que siente y actúa como Dios, las cuida como él: «nadie las arrebatará de mi mano… no perecerán para siempre». Jesús es el buen pastor, el descendiente de David surgido para apacentar las ovejas de Dios, el buen pastor según el corazón del mismo Dios.
Al igual que entre el Padre y Jesús existe una relación especial que explica la entrega de Jesús para salvar a su rebaño, entre Jesús y sus ovejas también se da una relación muy especial que explica el Jesús con una frase telegráfica:
– «Mis ovejas escuchan mi voz»: El creyente en Jesús es el que escucha su Palabra, el que vive de esa escucha. La escucha del otro es el origen del verdadero diálogo. Y el diálogo lleva al conocimiento y a la relación amorosa.
– «Y yo las conozco»: el creyente, por la escucha asidua de su Palabra, entra en una relación de amistad con Jesús y, por medio de él, con Dios, y esto lleva poco a poco a un conocimiento cada vez más profundo de su misterio de amor. Conocimiento-Amor (relación íntima) son lo mismo. El conocimiento, por la escucha de la Palabra, lleva a la confianza y al amor. Y el amor lleva a un conocimiento cada vez más profundo. El conocimiento del que habla Jesús («yo las conozco») indica una relación personal y de comunión, una relación en la que Dios en Jesús ha dado el primer paso: ha regalado su voz, su Palabra, nos ha dado a su Hijo, la Palabra que estaba junto a Dios y se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros. Dios es el que nos conoce, el que nos ofrece una relación personal y de comunión plena.
– «Y ellas me siguen»: El creyente que escucha la Palabra y entra en relación de amistad con Dios y su Hijo y llega a entrever la oferta de amor, de amistad y de comunión que éstos le ofrecen se convierte en discípulo, inicia un seguimiento. Seguir a Jesús, el buen pastor, es tomar el camino de la entrega, del servicio, del amor extremado, del perdón… Y el que toma este camino, se ve conducido por el Señor, buen pastor, hasta la vida eterna.
– «Y yo les doy la vida eterna»: Es Jesús el Buen Pastor el que da la vida eterna a sus discípulos. Jesús ha entregado su vida por nosotros y con ellos nos ha dado la vida eterna. Él ha abierto un camino que conduce hasta la vida eterna, donde «no perecerán para siempre».
+ La segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis nos termina de romper los esquemas dándole a esta imagen del buen pastor un giro inesperado. Los que han seguido a Jesús son los que llevan unas túnicas blancas, los que vienen de la gran tribulación, los que han gastado su vida en fidelidad siguiendo los pasos de su Maestro y Señor, los que han sido perseguidos, los que como el vidente Juan sufre tribulación y destierro por ser testigos de Jesús. Ellos ya están gozando de la vida eterna, en pie, vivos, participan de la victoria de la resurrección de Jesús, como simbolizan sus túnicas blancas. Jesús les ha dado la vida eterna: «ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de agua viva». Jesús no es un rey-pastor, ¡es un cordero-pastor». Es el buen pastor que ha entregado su vida sin usar violencia, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador… Es el Cordero degollado, muerto en cruz, entregado por nosotros, pero en pie, resucitado, dando vida y vida plena a aquellos que su Padre Dios ha puesto en sus manos, a cada uno de nosotros, hijos en el Hijo.
Sigamos viviendo el tiempo de Pascua, profundizando en el misterio de un Dios al que hoy le pedimos que nosotros, débil rebaño de su Hijo, tengamos parte en la admirable victoria de nuestro Pastor. Nuestro Dios es el Pastor bueno, cuya misericordia y fidelidad son eternas, y vela con solicitud de Padre sobre nosotros. Un Dios que ha resucitado a su Hijo, buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey.
Pidamos por los que hoy ejercemos labores de pastoreo en la iglesia: el papa Francisco, nuestros obispos, los sacerdotes de nuestras parroquias.Tenemos la difícil (por no decir imposible) tarea de ser pastores buenos como Jesús y como Dios. Vamos a dar gracias por nuestros pastores, y vamos a pedirle al Señor que nunca nos falten personas que se pongan al frente de nuestras comunidades para servir y ofrecer la vida, como el Maestro, Buen Pastor y Cordero.
Feliz domingo en familia