Nos adentramos esta noche en una noche santa, una noche única, la madre de todas las noches. Atravesamos esta noche para amanecer a un nuevo día, a un día con una luz nueva, una luz que tiñe de esperanza toda la realidad, la cual cobra un color mucho más intenso.
La estructura de esta celebración tan diferente y tan especial con sus diferentes partes o liturgias: liturgia de la luz (bendición del fuego y encendido del cirio pascual), la liturgia bautismal (bendición del agua y renovación de las promesas bautismales), liturgia de la Palabra (recorrido por la historia de la salvación gracias a la Palabra de Dios tan abundante esta noche) y la liturgia del Pan (el Pan que Cristo resucitado parte para sus discípulos y que se convierte en fuerza para el camino de la vida).
Celebramos la Vigilia pascual, celebración que de la mano de un simbolismo precioso presente en cada una de estas partes nos sumerge en el misterio de la muerte y de la resurrección de Jesús, en el misterio de nuestra propia vida. Los símbolos de la Luz, el Agua, el Pan y la Palabra nos hablan del Dios de la Vida.
+ La Luz nos habla del propio origen y del destino que nos espera. Dios es Luz verdadera. La salvación que nos espera la han representado las religiones desde el origen como Luz. Al atravesar la iglesia que está «orientada» hacia el Oriente detrás del cirio pascual bendecido y encendido en el fuego santo que luce a las puertas de la iglesia nos recuerda que nuestro camino por la vida se dirige al encuentro con el que es la Fuente de la Luz, nuestro Dios y Señor. El cirio pascual, portador de esta luz que viene de Dios y es la de Cristo resucitado, vencedor de la mentira, de las tinieblas, de la oscuridad…, acompañará a nuestras comunidades dando su Luz desde el día en que un cristiano entra a formar parte por el bautismo de esta familia hasta el día en que es puesto en las manos de Dios con su entierro. Una Luz que acompaña e ilumina, por tanto, toda la vida del creyente.
+ El Agua simboliza la purificación, la limpieza, la sed saciada, el nuevo nacimiento por el Bautismo. Por eso esta noche es la gran noche en que los catecúmenos son bautizados. Todos nosotros recordamos y renovamos nuestro bautismo, nuestra condición de nuevas criaturas, hijos e hijas de Dios. En esta noche santa renovamos nuestro compromiso de vivir como Jesús, el Hijo de Dios que ha venido para abrir delante de nosotros un camino que traspasa y vence a la misma muerte. Ya no hay enemigo grande. Ahora solo existe esperanza para el que vive pisando las huellas del Cristo Crucificado, el que pasa por la vida haciendo el bien, construyendo el Reino, luchando contra el mal.
+ El Pan es símbolo de fraternidad, es el signo que nos ha dejado Jesús para que recordemos su entrega por nosotros, por todos. Es el pan de los hermanos que Dios Padre/Madre prepara para partir y repartir a todos sus hijos. Es el Pan que sacia nuestra hambre de hogar. Esta noche, puesto que Dios resucita a su Hijo, sabemos que es el modo como debemos también nosotros ofrecernos a los demás. Tenemos que hacernos pan para los otros, darnos sin medida en la construcción de un mundo más fraterno, sabiendo que nuestra entrega siempre tiene un sentido en las manos de Dios.
+ La Palabra que esta noche nos invita a realizar un viaje desde la noche de los tiempos hasta hoy, pasando por la gran noche de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Ella nos ayuda a encontrar un sentido en esta historia llena de tanto sinsentido. Es la historia que Dios, contando con Abrahán, con Israel, con Jesús y con el nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, quiere convertir en historia de salvación. Y por lo que nos ha narrado Jesús sobre Dios, lo único que hace que la historia nuestra tenga salida, encuentre salvación, es el amor vivido hasta el extremo. Sólo el amor es digno de fe. Sólo el amor puede vencer todas las muertes, como Jesús ha vencido a la muerte amando a los suyos hasta el extremo. Sólo el perdón vence al odio y genera posibilidad de relación; sólo el servicio vence al afán de poder y engendra vida digna para todos; sólo la renuncia a uno mismo vence al egoísmo y posibilita la construcción de un mundo más parecido al que Dios quiere, un mundo más humano y mejor… El perdón, el servicio, la renuncia a uno mismo son manifestaciones del amor que hace posible la vida en nuestro día a día, en nuestras realidades, en nuestro mundo.
Que esta noche santa nos permita encontrarnos con el Dios que es Luz, Agua, Pan y Palabra para que saciemos nuestra hambre y nuestra sed de plenitud y sentido.
¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!!