Esta mañana el Obispo de Cuenca, Monseñor José María Yanguas, ha realizado un emotivo y breve acto en la iglesia de la Merced para felicitar la Navidad. En esta ocasión debido a la pandemia no han podido asistir las diferentes instituciones diocesanas. Han estado presentes miembros del Cabildo, la Curia y del Seminario.
A continuación puede verse el vídeo con el momento de la felicitación, así como leerse las palabras del Vicario General, D. Antonio Fernández en nombre de todos los fieles conquenses.
Querido Sr Obispo:
Este año nos hemos dado cita aquí en la Iglesia de la Merced para cumplir con una sencilla pero entrañable tradición de nuestra lglesia diocesana: la felicitación navideña a nuestro Obispo de toda la Diócesis representada en esta ocasión por un grupo más reducido que en años anteriores: Curia diocesana, Cabildo Catedral y Seminarios Diocesanos. Queremos expresarle nuestros mejores deseos con motivo de la ya cercana fiesta del Nacimiento del Señor y, como pueblo de Dios, pedirle a El que le llene de su gracia y bendición para que continúe siendo instrumento eficaz en el servicio pastoral a favor de esta Iglesia de Cuenca
Dentro de unos días finalizará este año 2020 Ha sido un año muy triste y doloroso. La pandemia que comenzaba en el mes de febrero y que sigue presente en medio de nosotros está dejando profundas huellas de sufrimiento en millones de personas en todo el planeta. Naturalmente nuestras gentes de Cuenca, pequeña porción de la humanidad, han experimentado también el zapato de la enfermedad y sus consecuencias. Han sido muchas las personas que han perdido la vida, entre ellas un grupo de hermanos nuestros, sacerdotes queridos, a los que también ahora recordamos con afecto entrañable. Del mismo modo hay que resaltar la gran labor de apoyo, ánimo, ayuda, entrega muchas veces heroica de tantas personas en nuestras comunidades parroquiales hacia los más necesitados. Usted mismo en las cartas pastorales de aquellos primeros momentos tan duros nos planteaba claves para interpretar estas circunstancias a la luz de la fe, sembrando esperanza en medio de tanto desconcierto porque, nos decía, con Dios la vida nunca muere y el peor riesgo es que nos golpee un virus todavía más nefasto: el del egoísmo indiferente.
Preparanos para el después es importante. Con esta indicación suya hemos seguido trabajando, aunque muy limitados, en el desarrollo de nuestro plan pastoral diocesano de cara a una renovación en la vida de nuestras comunidades parroquiales. Estas circunstancias, tan insospechadas en el momento en que nos planteábamos esta meta pastoral, nos abren caminos nuevos de evangelización, de espiritualidad sincera, de original e innovador impulso apostólico. Ciertamente, con palabras del apóstol, para los que aman a Dios todo es para bien. Aquí está la fuerza que nos mantiene en pie y no defrauda: la esperanza.
Desde nuestro más sincero cariño y agradecimiento en nombre de los aquí presentes y de toda nuestra Diócesis le reitero nuestro deseos de una Feliz y Santa Navidad y un venturoso año nuevo. Ad multos annos