En su carta semanal el Sr. Obispo nos anima a colaborar con Cáritas

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Queridos diocesanos:

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra los primeros pasos de la Iglesia naciente. Nos informa sobre el contenido de la predicación de los Apóstoles, centrada en la Resurrección del Señor, y nos da también noticia sobre la vida de la Iglesia en sus primeros momentos. Cuatro son los ejes que vertebran la vida de la primera comunidad cristiana, modelo de todas las que vendrán después. En el cap. 2 de los Hechos se nos dice que los fieles eran perseverantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones (cf. 2, 42) y “eran bien vistos de todo el pueblo” (Hch 2, 47). Más adelante, el libro sagrado afirma que “los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma” y “entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba” (ibidem 4, 32, 34-35). El autor repite que “se los miraba a todos con mucho agrado” (ibidem 4, 33).

Debido a este momento de crisis sanitaria, económica y social, la Iglesia, siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana, está intensificando su acción en favor de los más golpeados por la crisis, tratando de paliar algunos de los peores efectos  de la misma. La labor de las varias instituciones, eclesiales o no, está siendo merecedora de aplauso. En concreto, la labor desde Cáritas se ha tenido que intensificar aún más, con el fin de que la dignidad de las personas quede respetada, incluso en estos momentos tan complicados: desde las Cáritas parroquiales se distribuyen alimentos o ayudas económicas a las familias más vulnerables, y continúan a pleno rendimiento los diversos centros de Cáritas dedicados a la atención a las personas sin hogar, en primera acogida o en estancia más prolongada; así como aquellos centrados en los migrantes y refugiados o en las familias con exclusión residencial, a la vez que se mantiene el servicio a domicilio para mayores.

En este contexto, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española invitó semanas atrás a Obispos y sacerdotes, pero también a toda la comunidad cristiana, a “dar un paso adelante en el sentido de responsabilidad y de solidaridad” para con los pobres, cercanos y lejanos. Se nos sugería, además, un modo concreto de ayudar a las personas y familias para mitigar los efectos,  tan negativos de la crisis sobre sus economías: colaborar con una parte del propio sueldo o hacer una aportación fija durante un tiempo determinado.

Por mi parte recordaba que “ésta llamada a vivir la comunión cristiana de bienes, la caridad solidaria con los más afectados por la crisis (…), quiere hacer  sencillamente eco a las palabras del Señor Jesús: ‘Lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis’”. Si me lo permitís, quisiera sugeriros un nuevo y sencillo modo de ayudar a quienes lo necesitan: poner a parte, cada día, la cantidad de un euro y entregar la suma ˗30 euros mensuales˗ en un sobre, al final de mes, en la parroquia, destinado a Cáritas. Para la mayoría, esa pequeña cantidad diaria no comporta un esfuerzo particular, pero sumándolos todos supondrá una valiosa ayuda para resolver muchos pequeños, pero urgentes, problemas económicos de las familias. Este y otros parecidos gestos, que a cualquiera se le pueden ocurrir, traducen la proximidad de Cristo a los hombres. Os invito a despertar vuestro espíritu de iniciativa con esos gestos quizás humildes, sencillos, que serán también un buen modo de vivir el “mes de mayo” dedicado a María. Seguro que será de su agrado.

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