Homilía del obispo de Cuenca en la Apertura del Año Santo Mariano en Villalba del Rey

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Queridos D. Fernando, párroco de esta comunidad cristiana de Villalba del Rey, queridos sacerdotes concelebrantes, Hermanos de la Venerable Hermandad de la Virgen de los Portentos, queridos fieles todos:

El próximo año 2019, se cumplirán 350 años de la fecha en la que el entonces cura párroco de esta localidad de Villalba del Rey, el Lcdo. D. Bernabé García de Mendoza, que debió ser un sacerdote muy devoto de la Madre de Dios, trajo a esta villa, entre sus pertenencias, una hermosa talla de la santísima Virgen María, de inicios del siglo XVII. La colocó encima de un antiguo escritorio en la casa parroquial, donde a buen seguro, recibió las muestras de piedad y veneración del buen párroco. Algunos años más tarde tuvo lugar en este pueblo alcarreño un célebre exorcismo, y en un determinado momento de su celebración se decidió valerse de la imagen de la Virgen que el párroco tenía en su casa. Desde ese mismo momento se observó que el demonio sólo se sometía ante la presencia de la imagen de la Virgen. El resultado del exorcismo fue positivo y el demonio que atormentaba desde la infancia al lego agustino Francisco Alfonso Antolínez, fue expulsado al inicio de 1706. El buen lego quiso que la milagrosa imagen fuera venerada bajo la advocación deNuestra Señora de los Portentos. Y así viene siendo invocada desde entonces.

Con ocasión de la Santa Misa que celebré en Villalba en el día grande de las fiestas de 2014, os decía: “Bellísima advocación. Dios ha hecho portentos, maravillas, milagros, cosas extraordinarias que exceden de lo corriente y que provocan nuestra admiración. Podemos decir que el Señor se ha recreado en María, se ha gustado a sí mismo en esta obra salida de sus manos creadoras, dando lugar a algo admirable. Portentos son los privilegios de María, aquellos dones con los que el Señor la ha embellecido; dones fuera de lo común: preservada del pecado original, llena de gracia y santidad, levada a los cielos sin conocer la corrupción. Pero la llamáis Virgen de los Portentosporque es Señora por cuyas manos Dios realiza milagros en favor vuestro”. Así decía entonces.

Como sabéis, la sagrada imagen de la Virgen de los Portentos fue donada por el párroco D. Bernabé al pueblo de Villalba, con la única condición de levantarle una capilla en cuyo suelo sería enterrado el buen párroco. Aunque en las crónica de aquellos años no se considere como algo extraordinario, una de esos portentos “corrientes”, ordinarios, podríamos decir, realizados por la Virgen fue, sin duda, el de poner de acuerdo a quienes mantenían pareceres encontrados sobre el emplazamiento de la capilla. Unos y otros acataron la decisión del Tribunal Eclesiástico de la diócesis de Cuenca que fijaba el lugar donde se erigiría la Capilla

Otro que podríamos llamar portento “ordinario”, también esta vez de unidad, que seguramente no fue reconocido por nadie como tal, es el que dice relación a la financiación de la obra. Fue todo el pueblo de Villalba el que aunó sus esfuerzos para la construcción de la Capilla en honor de la Virgen. Como dice el romance publicado en 1844: “ricos y pobres, caudales ofrecen con fe sincera, para alzar una capilla digna de tanta grandeza”. Son sucesos muy en el modo habitual de obrar de la Virgen María: la sencillo, natural que acompaña los hechos más relevantes de su vida, desde la Encarnación hasta la muerte de su Hijo Jesús.

El sencillo portento de la unión de todos los fieles de Villalba en la financiación de la Capilla, debe mantenerse siempre vivo y actual en el correr del tiempo. La unión verdadera nunca puede ser fruto de fuerzas exteriores, de coacción o imposición, de intereses humanos. La unión es fruto del amor. Bien sabemos todos que las familias, por lo regular, se mantienen unidas mientras la madre está en vida. Su desaparición suele ir acompañada de las primeras grietas en la unidad de la familia que, a veces, terminan en enfrentamientos y divisiones. Es el amor dela madre y el amor ala madre el que hace de lazo de unión, sólido y fuerte, entre los miembros de la familia. Desde el principio de la devoción a la Virgen de los Portentos, la unión de los villalberos parece haber sido una intención y un deseo muy particular suyo. Ha de ser, pues, empeño de todos el de mantenerla, acrisolarla, renovarla y reconstruirla cuando se resquebraje o, lo que es peor, llegue a romperse. Cada celebración en honor de la Virgen de los Portentosdebe constituir un refuerzo de esa unidad. Difícilmente se podría reconocer Ella como madre de los villalberos si os faltara el ánimo decidido de superar las posibles divisiones, las diferencias en las cosas humanas, en las opiniones, en los proyectos personales o sociales.

La Virgen sirve también a la unidad en un aspecto todavía más importante y fundamental: me refiero a la unión de cada uno de nosotros con Dios. Con razón de ha dicho que “a Jesús se va y se vuelve por María”. La Virgen anima siempre a volver a la unión con Dios, a reconciliarnos con Él. Si no soporta la desunión entre los hermanos de sangre o de paisanaje, cuanto más duro le debe resultar la desunión del hombre con Dios. Por eso, el amor a la Virgen puede marcar siempreel inicio de la vuelta a Dios.

Al cumplirse en 2019 los 350 años de la llegada al pueblo de la imagen de la Virgen que más tarde invocaríais como Virgen de los Portentos, coincidiendo con el XXX aniversario de la fundación de la Venerable Hermandad que lleva su nombre, el Sr. Cura Párroco, D. Fernando Fernández Herrada y la citada Hermandad  en la persona de su Secretario, D. Francisco Javier Moraleja Izquierdo, solicitaron con buen criterio, la concesión de un Año Mariano para el próximo 2019. Acogiendo su petición he declarado dicho año como Año Jubilar Mariano en esta parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Villalba del Rey, invitando a todo el pueblo cristiano para que lo celebre dignamente y con la mayor solemnidad, con todos los actos, civiles y religiosos, que el amor a la Virgen de los Portentos  pueda sugerirle.

Confío, queridos hermanos, en que este Año Jubilar Mariano ha de contribuir a aumentar la devoción, el afecto y la veneración de los hijos de Villalba del Rey a su Patrona. Espero también, y pido humildemente, que el incremento del amor a la Virgen de los Portentos sirva para acrecentar y consolidar la paz, la concordia y la fraterna unión entre todos los fieles de este pueblo.

Como os decía también en el Decreto con el que se declaraba el Año Jubilar Mariano, se cuidará de dar en este año la catequesis necesaria para que la figura de María sea más y mejor conocida por los fieles, lo mismo que sus privilegios y su papel en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia y de cada cristiano; y se pondrán a disposición de todos con mayor abundancia los medios de santificación, sobre todo la Santísima Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia, de manera que los fieles se sientan movidos a una vida cristiana más auténtica, informada por las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad.

Una palabra final para los miembros de la Venerable Hermandad de la Virgen de los Portentosque celebráis el trigésimo aniversario de vuestra erección canónica como Hermandad. Pertenecer a la misma como uno de sus Hermanos no puede, no debe, ser un título vacío de contenido, mero nombre, apariencia más que substancia, pura formalidad sin contenido, que, en realidad, en nada diferencia a quien lo lleva de aquellos otros que no se honran con él. Ser miembro de la Hermandad comporta una particular responsabilidad, de la que debéis ser conscientes y sentiros orgullosos: la de procurar ser los mejores hijos de la Virgen y, por tanto, la de comprometeros a escuchar y obedecer sus palabras que remiten a su Hijo Jesucristo. Ser miembro de la Hermandad de la Virgen de los Portentos quiere decir luchar o empeñarse por ser buen cristiano. Ser de María, no lo olvidéis, quiere decir ser de Cristo, cristiano cabal, de una pieza. Así lo pido para vosotros ya para todos los hijos de Villalba del Rey.

Que así sea.

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