IV Aniversario del inicio de la Adoración Eucarística Perpetua en Cuenca

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Por gracia de Dios el día 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, se cumplen cuatro años desde que comenzó en Cuenca la Adoración Eucarística Perpetua, una obra apostólica que pretende acompañar al Señor presente en la Eucaristía las veinticuatro horas de la jornada, durante todos los días del año, mediante turnos  de  adoradores, que sucesivamente se relevan  cada hora.

Cuatro años de plegaria incesante al Señor, que sólo se ha visto interrumpida por los paréntesis que la liturgia impone durante el viernes y sábado santos.  Algunos dudaban de la pervivencia de esta iniciativa, ya que el binomio inicial de muchas horas y pocos adoradores, le auguraba un futuro incierto.

Salvando las distancias, algo parecido a lo que ocurría en los comienzos de la Iglesia, unos cuantos discípulos acosados por persecuciones, con pocas ayudas, enfrentados a una tarea inmensa y que,  sin embargo,  dos mil años después  sigue presente en el mundo, demostrando que las obras de Dios prosperan  y se mantienen a pesar de  los obstáculos,  adaptándose a los tiempos con propuestas renovadas como la Adoración Perpetua, encomendada especialmente a los laicos, y que cuenta con capillas por todo el mundo, unas cincuenta  en España, una de ellas en nuestra diócesis.

Ciertamente, dentro del reciente Plan Pastoral diocesano, que con el lema, A vino nuevo, odres nuevos, se nos propone a todos, la capilla de Adoración, bien pudiera representar un recipiente novedoso para recoger el vino generoso y santificador que el Señor nos ofrece cada vez que nos acercamos a contemplarlo en la Eucaristía.

Desde hace unas semanas, contamos en la capilla con una imagen del último obispo español canonizado, San Manuel González, conocido como el Apóstol de la Eucaristía, propuesto por la Iglesia como modelo de santidad, y cuya vida se centró en resaltar la necesidad y trascendencia del culto eucarístico.  Así lo exponía en sus escritos: Tengo la persuasión firmísima de que prácticamente el mayor mal de todos los males y causa de todo mal, no sólo en el orden religioso, sino en el moral, social y familiar es el abandono del Sagrario.

Si no hay otro nombre en el que pueda haber salvación fuera del nombre de Jesús; si la Sagrada Eucaristía, adorada, visitada, comulgada y sacrificada, es la aplicación de esa salud y, por tanto, la fuente más abundante de gloria para Dios, de reparación por los pecados  de los hombres y de bienes para el mundo, el abandono de la Sagrada Eucaristía, al cegar la corriente de esa fuente, priva a Dios de la mayor gloria que de los hombres puede recibir, y a éstos de los mayores y mejores bienes que de Dios pueden esperar.

Por ello, queremos invitar a colaborar en esta obra a los que aspiren a trastocar la triste realidad actual, originada por el alejamiento casi masivo de Dios, a quienes se atrevan a combatir contra el mal, a aquellos que deseen reparar, consolar y dejarse amar por el Corazón Eucarístico de Jesús. A todos les animamos a reservar una hora a la semana, la más apropiada para cada uno, para velar y orar junto al Señor. Aunque contamos con un buen grupo de adoradores, pertenecientes a todas las parroquias y movimientos apostólicos de la ciudad, se precisan más, por el bien de la Iglesia y por el propio bien personal.

En la Hora Santa de acción de gracias, que presidida por el Sr. Obispo, celebraremos D.m. en la capilla de Adoración ubicada en la Parroquia de San Esteban, el día 8 de diciembre a las cinco y media de la tarde,  encomendaremos  a  María Inmaculada  el futuro de la Adoración Perpetua , y agradeceremos su acompañamiento maternal durante estos años.

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