Libertad para cursar Religión

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“La formación religiosa hace al hombre más hombre” (Benedicto XVI)

La escuela tiene como finalidad fundamental la educación integral del alumno, una educación que tiene que transmitir conocimientos y valores y que debe hacer a la persona capaz de ser más y mejor persona para poder decidir, desde su libertad responsable, el curso que debe seguir su vida y qué puede y debe aportar a la sociedad como miembro de la misma y ciudadano comprometido.

La educación integral, como tal, no debe olvidar ningún hecho humano que pueda contribuir al desarrollo de la persona y, debemos admitir, que la religión y el hecho religioso constituyen un hecho específicamente humano que, como tal, puede contribuir al desarrollo y a la educación de los alumnos y debe ser contemplada en el proceso educativo no reduciéndose a una cuestión marginal o periférica. La religión no es un hecho del pasado, lo religioso sigue estando presente en nuestra sociedad y esta dimensión trascendente de la persona también tiene que ser educada.

¿Por qué privar a los niños, adolescentes y jóvenes de este conocimiento? Más teniendo en cuenta que la clase de religión confesional no se impone sino que se propone desde la libertad de opción de los padres, principales educadores de sus hijos. En la situación actual, es una asignatura, con todo su rigor académico y curricular, que se elige libremente y a la que nadie está obligado. Además se puede elegir entre las distintas iglesias y confesiones religiosas que han firmado acuerdos con el estado español: católica, islámica, judía y evangélica.

Algunas organizaciones y partidos políticos que defienden el pluralismo y la libertad, en aras de ese mismo pluralismo y libertad, intentan negar la presencia de la asignatura de religión en el ámbito escolar, negando con ello el pluralismo y la libertad que dicen defender. Sólo es posible la convivencia, el diálogo y el encuentro desde el conocimiento y el reconocimiento de los demás, incluso del que piensa distinto.

La libertad supone la posibilidad de elegir. Pero no se puede elegir lo que no se conoce. Así, quienes deseen ser creyentes lo podrán ser con conocimiento de causa y las personas que decidan lo contrario, lo harán de forma más consciente y responsable. Desde esta libertad, el alumno tendrá más capacidad de formar sus propios juicios críticos y tomar sus propias decisiones. Cuanto más se sabe y se conoce, más criterios se tienen para elegir correcta y responsablemente. La verdadera libertad y la verdadera religión hacen al ser humano mejor persona, mejor ciudadano.

Terminamos este artículo con una cita del teólogo y pensador Olegario Gonzálezde Cardedal: “Si por escuela entendemos el espacio y forma de existencia en losque se analiza toda la realidad, toda pregunta, se recoge todo hecho histórico y se interpreta toda esperanza, entonces la escuela es lugar apto para pensar lo que los hombres han dicho, pensado, creído también sobre Dios y creado desdeDios” (Educación y educadores. El primer problema moral de Europa. PPC, Madrid, 2004, pag. 152)

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