En los últimos dos años estamos asistiendo en nuestro país a un intento obsesivo por parte de las administraciones educativas, ya sean estatales o autonómicas, de transmitir en las aulas una particular ideología que, al margen de que esté mejor o peor argumentada, en ningún caso debería tener cabida en la planificación educativa de un Estado plural y democrático como es España, en cuya Constitución se lee claramente: Art. 27.3: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación (…) moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.
La gravedad de estos intentos de adoctrinamiento ideológico se puede sintetizar en los siguientes siete aspectos:
1. Gravísima intromisión en la construcción de la identidad y de la personalidad del menor, dejando en manos de los centros educativos, la modelación de su emotividad, su modo de percibirse y su modo de comportarse en abierta desvinculación con su raigambre familiar.
2. Suplantación del fundamento de la dignidad de la persona sustituyéndolo por opciones, preferencias y gustos afectivos y sexuales: Si bien es obvio que todas las personas tienen derecho a desarrollar libremente su personalidad, su identidad o sus gustos afectivos o sexuales –y nadie puede ser discriminado por ello–, sin embargo, esto no significa que los demás estén obligados a conocer, apreciar e imitar sus gustos o criterios como pretenden las administraciones educativas.
3. Imposición de la doctrina constructivista sobre la identidad de género como construcción exclusivamente cultural. Esta doctrina es contraria a la ciencia pues ésta sostiene que la identidad de género es resultado de la interacción de factores biológicos y factores ambientales (Asociación Americana de Psiquiatría: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5 R), 5a Ed. Arlington, VA, 2014, p. 451).
Consecuentemente, se lleva a cabo un desprecio irresponsable de la psicología evolutiva, de las condiciones neurológicas y endocrinas implicadas en la construcción de la identidad personal, sometiendo a los menores –desde edad muy temprana– a una confusión perniciosa para su maduración psico-afectiva.
4. Desprecio de la totalidad de las cualidades masculinas y femeninas tachándolas indiscriminadamente de sexistas y de origen cultural y negando las que tienen fundamento endocrino y neurológico. Desprecio de aquellas cualidades femeninas y masculinas que nos enriquecen como personas desde la diversidad, atribuyéndoles falazmente el origen de toda discriminación y violencia.
5. Imposición de un modelo feminista como el único verdadero: el feminismo de género, sin aceptar otras alternativas como el feminismo de la diferencia. Este último, por ejemplo, reivindica la lucha por la igualdad a partir de dos modos diferentes de ser –hombre y mujer- con cualidades diversas y complementarias para el enriquecimiento de la sociedad. Pues no toda diferencia es fuente de discriminación como se pretende en los nuevos planes educativos.
6. Imposición de una educación afectivo-sexual reduccionista y biologicista, en abierta confrontación con otros modelos acordes con las convicciones de muchos padres: Para buena parte de la sociedad la sexualidad no es una realidad plenamente humana si no integra de manera armoniosa todas las dimensiones del psiquismo: instintividad, afectividad y racionalidad. Una sexualidad madura es aquella que integra las dimensiones inferiores bajo el dominio de las superiores y no al revés. En cambio, es característico de la inmadurez la subordinación de lo racional a lo emocional o a lo instintivo tal y como se plantea en numerosos materiales educativos, proponiendo juegos eróticos y otras experiencias hedonistas con grave irresponsabilidad.
7. Imposición de una doctrina reduccionista del amor sometiéndolo a las dimensiones del placer y la comunicación y excluyendo explícitamente el crecimiento y maduración personal orientado a la entrega incondicional.
Por todo lo anteriormente expuesto, desde la plataforma “Libres para educar a nuestros hijos” queremos hacer un llamamiento a toda la sociedad española para que se sensibilice ante un tema tan serio como es el derecho a la educación, derecho que en ningún caso puede ser suplantado por ningún Estado.