Mons. Yanguas celebra en el Centro Penitenciario de Cuenca la fiesta de la Merced, patrona de los presos, los funcionarios y de todo el personal que trabaja en los centros penitenciarios

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El 24 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Madre la Virgen de la Merced, patrona de los presos, los funcionarios y de todo el personal que trabaja en los centros penitenciarios. El Obispo de Cuenca, Monseñor José María Yanguas, los ha acompañado en este día oficiando la Santa Misa y posteriormente compartiendo los actos que había programados en la prisión.

Las trabajadores de prisiones y los presos tienen esta advocación mariana como patrona porque para ellos la Merced «es misericordia, es solidaridad, es compromiso». En el siglo XIII surge en España la Orden Mercedaria, concretamente en Barcelona. La aparición de la Virgen al fundador, san Pedro Nolasco, es el verdadero origen de los mercedarios, ya que le pide que haga redención de cautivos.

Años más tarde, en 1265, la advocación a la Virgen de la Merced fue aprobada por la Santa Sede. Luego, en 1696, el Papa Inocencio XII fijó el día 24 de septiembre como la fecha en la que se debe celebrar su fiesta. La Orden de los Mercedarios se ha encargado de difundir la devoción a la Madre de Cristo bajo dicha advocación, extendiéndola por todo el mundo a lo largo de los siglos. Es sabido que, cuando los frailes mercedarios llegaron a América, introdujeron esta hermosa devoción. Por eso hoy, la Virgen de la Merced es celebrada en países como República Dominicana, Perú, Ecuador, Argentina y muchas otras regiones del continente americano.

Con el paso de los años, el concepto de cautivo ha cambiado y la Iglesia no ha perdido nunca la memoria de esa petición, que era que los cristianos estuvieran pendientes de ayudar, de redimir y de liberar a los cautivos.

La prisión de Cuenca cuenta con un capellán que atiende espiritualmente a los presos y con varios voluntarios de nuestra diócesis que cumplen así con una de las obras de misericordia, pues debemos recordar que las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales.

Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales.

Obras de misericordia corporales:

  1. Visitar a los enfermos.
  2. Dar de comer al hambriento.
  3. Dar de beber al sediento.
  4. Dar posada al peregrino.
  5. Vestir al desnudo.
  6. Visitar a los presos.
  7. Enterrar a los difuntos.

Obras de misericordia espirituales:

  1. Enseñar al que no sabe.
  2. Dar buen consejo al que lo necesita.
  3. Corregir al que se equivoca.
  4. Perdonar al que nos ofende.
  5. Consolar al triste.
  6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
  7. Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Las obras de misericordia corporales surgen en su mayoría de una lista hecha por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.

La lista de las obras de misericordia espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

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