Beato Fernando Español Berdié

BIOGRAFÍA DE D. FERNANDO ESPAÑOL BERDIÉ

El Siervo de Dios nació en el Valle de Benasque situado en el extremo norte del Pirineo Aragonés, caracterizado por un paisaje montañoso.

Familia, nacimiento y estudios (1875-1898).

En la biografía de D. Sebastián Cirac se nos ofrecen algunos detalles esenciales de su biografía:

«D. Fernando nació el 11 de octubre de 1875 en Anciles, Provincia de Huesca, y Diócesis de Barbastro. Sus padres fueron D. José Español y Dña. Constantina Berdié; fueron fervorosos cristianos, que tuvieron cinco hijos, de los cuales dos hijas profesaron como religiosas Adoratrices y fueron ejemplares hasta su muerte. En este momento no tengo presente la fecha del Bautismo y de la Confirmación, pero dadas la piedad y las costumbres de las familias en el Pirineo, sería lo más pronto posible. 

Pocos datos he recogido hasta ahora sobre la niñez y juventud de D. Fernando, pero son suficientes para reafirmar que su educación fue piadosa, profundamente cristiana y austera, como en las familias de la montaña, especialmente la más distinguidas como era la de D. Fernando.

El temor y el amor de Dios, la sumisión fiel a la Santa Iglesia, y a los Sacerdotes fueron virtudes constantes en D. Fernando, practicadas natu­ralmente en su hogar, de abolengo y tradiciones señoriales y cristianas.

Sé que hizo los estudios de Bachillerato con una dedicación total al estudio y a las prácticas de piedad, pero en este momento no tengo más datos concretos que   en otra ocasión podré aducir.

De su vida en Zaragoza durante los estudios universitarios se sabe que D. Fernando conservaba la pureza de costumbres, de piedad y de aus­teridad de su familia; estaba en relación con sacerdotes y religiosas, es­pecialmente con las Adoratrices, en las cuales profesaron sus hermanas. Además la influencia familiar continua sobre él le preservaba de los peli­gros de la gran ciudad y de los malos compañeros. Hasta el momento actual, a pesar de las muchas investigaciones o preguntas, no he oído ningún informe o relación peyorativo o menos edificante sobre la vida de  D.  Fernando   durante  sus  estudios  universitarios».

La familia de D. Fernando era acomodada, además del Siervo de Dios, sus padres tuvieron cuatro hijos más, dos varones (Luis, nacido en 1862, y José María, nacido en 1868). Junto a ellos la familia se completaba con dos hermanas, ambas entraron de Religiosas Adoratices.

Gracias a la documentación aportada por quien fuera Administrador Apostólico de Barbastro se tiene la siguiente información sobre D. Fernando, tomada del expediente informativo como candidato a las órdenes menores y al subdiaconado.

« […] el Padre del Pretendiente es la figura más significada en esta comarca de un partido político avanzado. Que en mis conversaciones con dicho Señor he advertido en él aberraciones o extravíos de ideas. De tal manera su inteligencia está saturada de herejía liberal, que aboga por las libertades falsas o de perdición, refundidas todas en la libertad del pe­cado; esforzándose aún en presencia mía en cohonestarlas sin excluir la libertad de Culto. Tanto me preocupó esto que consulté con el Sr. Ar­cipreste de Benasque, quien me propuso trabajar de común acuerdo a fin de introducir en la familia, que toda ella respira atmósfera liberal, la “Lectura dominical”, para infiltrando el jugo vivificador, el fluido benéfico de la verdad, contrarrestar de alguna manera las corrientes liberales y atajar en lo  posible los  estragos  causados  por  el veneno  latente,  administrado en pequeñas dosis, pero con seguridad, por los malos periódicos que mansos o fieras están fuertes incondicionalmente al servicio de la impiedad. Esto no obstante, asiste a Misa en los días festivos y cumple con el Precepto Pascual, pero nada más, según he observado todo el tiempo: que he regentado esta Parroquia».

En cuanto a sus estudios, D. Fernando fue alumno de las Escuelas Pías de Zaragoza entre 1887 y 1892. Poco después entró en la facultad de derecho de la misma ciudad (1892-1898) donde se licenció en derecho civil y canónico.

Vocación sacerdotal. Seminario de Barbastro. Primeros años del ministerio sacerdotal   (1898-1921).

De este periodo nos vuelve a hablar D. Sebastián Cirac:

«Es cierto el contenido de la pregunta y yo mismo lo oí contar a su hermana y familiares, y a él mismo, que reía con gran satisfacción recor­dando el ensueño en el cual, a pesar de tener ya el título de abogado y pensar en el ejercicio de la profesión, se vio vestido con ornamentos sacerdotales para celebrar la Misa delante de una imagen de la Virgen; después se sentía tan alegre del ensueño que mejoró notablemente y se decía: Si tan feliz me he sentido en el ensueño, ¿qué será la realidad?. Y decidió estudiar la carrera sacerdotal, dejando el porvenir que le ofre­cía la  carrera ya terminada  de  abogado […].

No recuerdo haber oído nada sobre la oposición de la familia, pero presumo que  todos  estarían conformes con la decisión.

En el Seminario de Barbastro sé que le fueron dispensados o con­mutados algunos años de carrera eclesiástica según el plan de Barbastro, pero no sé el número específico de años y de asignaturas convalidados. Estudió intensivamente el Latín, la Filosofía escolástica y la Teología; No sé la fecha;  no la recuerdo.

No recuerdo si tuvo algún cargo parroquial, ni en qué condiciones celebró   el   concurso,   pero   sé   que   fue   nombrado   párroco   de   Grustau, cerca de Graus. También recuerdo haber oído que se le propuso nombrarlo profesor del Seminario, pero su consagración al sacerdocio le hacía pre­ferir la vida de cura de aldea, en la sencillez, en el alejamiento, en el servicio del culto y en la paternidad espiritual ejercida sobre sus feli­greses: “Cuidando de las almas y cazando por los campos”.

Un día de 1921, cuando D. Fernando vivía feliz en su parroquia de Grustau, recibió una carta de D. Cruz en que le decía: ¿Quieres compar­tir conmigo la cruz que el Señor ha echado sobre mí?. Y a la invitación para acompañarle como familiar al Obispado de Cuenca contestó D. Fer­nando aceptando la participación en la cruz y renunciando a su vida feliz como cura de almas en una aldea. Este fue el segundo gran sacrifi­cio de su vida».

El párroco de Anciles, Rev. Melchor Cous, extiende el siguiente informe sobre D. Fernando:

«Dando cumplimiento a la anterior disposición de Su Sría. Ilustrí-sima a  continuación extiendo  el informe solicitado.

1ª. La edad de D. Fernando Español y Berdié es de 25 años que cum­plió el 15 de octubre último. Es vecino de Anciles. Residió en Zaragoza por seguir sus estudios y en la actualidad en Barbastro, por idéntico motivo.

2a. Lee periódicos liberales y en ocasiones colabora en alguno de ellos, como en el Diario de Huesca, firmándose El Corresponsal. La última vez que me consta haber colaborado en el citado periódico fue en el verano pasado. No sé esto por referencias, sino por habérmelo así manifestado el mismo interesado.

3a. En las últimas vacaciones de verano y en los tres primeros meses (en septiembre estuve ausente) vino a confesar y comulgar cuatro veces. Dudo sin embargo si en éste número se halla o no incluida la comunión que cuando la romería hizo en Nuestra Señora de Guáyente.

4a. Le tengo por estudioso. Viste conforme a su estado. En los días laborales asistió pocas veces a Misa. También era rara su asistencia al Rosario y demás actos religiosos. No se asociaba con los Sacerdotes; según los vecinos en ocasiones me han manifestado la extrañeza que esto les causaba: me refiero á los Compañeros. En este verano último sé asociaba frecuentemente con estudiantes universitarios, vecinos de Benasque, de ideas y costumbres poco sanas, según el Sr. Párroco de Benasque se la­mentó conmigo en alguna ocasión. No quiero decir con esto que la con­ducta del Pretendiente corriera parejas con los excesos de sus compañeros.

5a. Me consta que al menos no las frecuenta. En Anciles no hay oca­sión, pues ni hay casino, ni taberna, ni se baila en todo el año, exceptuando la fiesta popular; si acaso rarísima vez. En Benasque tampoco hacen bailes las familias acomodadas, exceptuando también las fiestas patronales; es decir que no se ofrece ocasión. Dos veces asistió a bailes en Benasque. Al casino ha ido alguna vez en Benasque. Esto, sin embargo, me consta por referencias de persona que le ha visto y creo merece  crédito.

6a. Me limito a exponer los hechos, distinguiendo los que me constan por observación propia de los que me constan por referencias. Sobre su vocación al Sacerdocio no me atrevo a emitir mi juicio. No sé que sea irre­gular, ni esté ligado con censura o impedimento canónico para recibir órdenes.

7a. Juzgando caritativamente, por no constarme que su familiaridad con personas de distinto sexo sea en sentido que merezca notarse en esta información,  echo esto  a buena parte,  atribuyéndolo  a  cortesía.

Por los demás nada me consta de su buena fama y reputación».

Ninguna de las cosas señaladas fue considerado obstáculo para la admisión del Siervo de Dios al presbiterado.

Gracias a la abundante documentación podemos reconstruir paso a paso el curriculum del Siervo de Dios, teniendo presente que sólo cursó dos años de Teología (en los cuales obtuvo la calificación de “meritissimus”); Ordenado sacerdote el 1 de junio de 1901, será en el mismo mes de junio cuando sea destinado a Ormella, Benasque (1901), Lezue (noviembre 1901-septiembre 1902), coadjutor de la parroquia de San Francisco de Barbastro (septiembre 1902- mayo 1907), y por fin párroco de Grustau (junio 1907-octubre 1921) y de Plan (3 de noviembre de 1921).

Actividad en Cuenca (abril 1922- julio 1936).

También aquí seguiremos las declaraciones del proceso dirigido por D. Sebastián Cirac:

«Después de la entrada en Cuenca, D. Fernando opositó al beneficio con carga de Maestro de ceremonias de la Catedral. Ejerció con exactitud y perfección este cargo durante varios años. Más tarde el Sr. Obispo pre­mió sus servicios con una canonjía de gracia, que creo fue concedida por el Patronato que administraba la provisión de beneficios o preben­das de gracia según el Concordato. Como canónigo y como familiar, así como sacerdote y hombre, D. Fernando era exacto y aún riguroso con­sigo mismo en el cumplimiento de sus deberes. El principio de su con­ducta fue siempre el amor y el temor de Dios. Fue siempre leal hasta la muerte al Sr. Obispo, a la Iglesia y aún a los demás.

D. Fernando fue sencillo, alegre y expansivo; sus modales eran seño­riales, como en su casa solariega; pulcro y ordenado pero sin ninguna afec­tación. Nadie hubiera pensado que en aquel cura de aldea, en el Maestro de ceremonias de la Catedral o en el Canónigo de Cuenca había un señor abogado con un porvenir brillante, al que renunció sin pensar más en él. Fue también profesor del Seminario, aunque de asignaturas se­cundarias y diversas, y siempre cumplió con exactitud, sencillez y suma bondad, siendo querido y venerado por todos sus discípulos. Su vida de piedad desde que se unió al Sr. Obispo de Cuenca fue paralela a la de éste, pues muchos actos  de  piedad los realizaban en  común».

Actuando discretamente, ocupado en actividades no oficiales consiguió tener fama de hombre bueno. En el proceso testifical, al referirse a D. Fernando tenemos las siguientes expresiones:

«Era de carácter afable, sencillo y muy caritativo»;

«muy amable y piadoso»;

«muy bueno»;

«hombre honorable y bueno»;

«buen sacerdote»;

«bellísima persona»;

«fiel siempre al Prelado como familiar»

Sufrió el martirio junto a su obispo el 8 de agosto de 1936.

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