Circular sobre el Rosario, 9 de septiembre de 1927

CIRCULAR SOBRE EL MES DEL ROSARIO

El Papa León XIII, de gloriosa memoria, en la primera de sus Encíclicas sobre el SanTo Rosario, escribía esta observación: En los momentos difíciles de la historia, el pue­blo cristiano se refugia en los brazos de María, confiando en su maternal bondad.

El gran Pontífice consideraba las calamidades públicas como resultado inevitable de la perturbación de los espíritus y de la corrupción de las costumbres, cuyo remedio  sólo podrá encontrarse en el retomo al Evangelio»

«Y creemos, escribía, que nada puede conducir más eficazmente a este fin como hacernos propicia, con la practica de la religión y de la piedad, a la Madre de Dios, la Virgen María, que es la que puede alcanzarnos la paz y dispensarnos la gracia, colocada como está por su Divino Hijo en la cúspide de la gloria y del poder, para ayudar con el socorro de su protección a los hombres que, en medio de fatigas y peligros, se ,encaminan a la Ciudad Eter­na».[1]         

         Después de León XIII los soberanos Pontífices nos exhortan a dedicar a la Santísima Virgen el mes de Octubre, que es el mes de los frutos, como en la primavera le he­mos dedicado el mes de Mayo, que es el mes de las flores y de las esperanzas.

Cada día del mes de Octubre se recitará una parte de Rosario con el toque del Ángelus.

Los males de que se lamentaba el Santo Padre León XIII duran al presente: No se ha conseguido el retorno a la integridad de la fe y a la pureza de las costumbres.

Deberemos avivar la fe y redoblar las súplicas a Jesús y a María.

El Rosario no es una simple recitación vocal de quince
decenas de Avemarías con Padrenuestro y Gloria.          

Es principalmente una plegaria interior, la contemplación y meditación de las verdades religiosas que ponen al alma en relación con los misterios de la Encarnación, Pasión y Muerte del Redentor y con la vida celestial y reinado espiritual de Cristo resucitado.                                

«Santo Domingo, iluminado por la luz celestial, entrevió claramente que, para curar a su siglo, ningún remedio, podía ser tan eficaz como el atraer los hombres a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad, y la Vida, impulsándoles a  dirigirse a la Virgen, a quien está concedido el poder de destruir todas las herejías.

La fórmula del Rosario fue de tal modo dispuesta por Santo Domingo, que en ella se recuerdan, por su orden sucesivo, los misterios de nuestra salvación.

Por lo cual no sólo excitamos vivamente a los cristianos para que reciten privadamente el Rosario en el seno de las familias, sino queremos que el mes de Octubre de este año se consagre enteramente a la Reina del Cielo, y que las Cofradías del Rosario lo canten procesionalmente por las calles, conforme a la antigua costumbre».[2]

        En nuestra Diócesis y en todas las de España existe la
costumbre que el Santo Padre León XIII y los Pontífices
sucesores recomiendan. De otra parte, en la mayoría
de las parroquias de España se reza el Rosario todas las tardes del año, añadiendo en muchas una corta visita al
Santísimo Sacramento. En los Domingos y fiestas recorre
las calles procesionalmente el Rosario de la Aurora.

 

Hasta que el hábito de la piedad haga generales en nuestra Diócesis estas prácticas que Nos alabamos y recomendamos, venimos en disponer:

 

1.° Que al menos durante el mes de Octubre y los dos primeros días de Noviembre sea rezado el Santo Rosario, por la tarde, en todas las iglesias de nuestra jurisdicción, añadiendo la oración mandada en honor del patriarca San José.

2.° En la procesión del Rosario, tradicionalmente ce­lebrada en todas las parroquias, sea preferido el canto del Padrenuestro, Avemaría y Gloria que el pueblo sabe, y aun de la Letanía que fuese popular.

5,° Facultamos a los sacerdotes encargados de Igle­sias para exponer el Santísimo Sacramento, servatis servandis, cuando asistiera a la función concurso numeroso de fieles.

4.° Aconsejamos a los señores encargados de Igle­sias donde esté reservado el Santísimo Sacramento, que, después del mes de Octubre y en todas las tardes del año, recen el Santo Rosario en público, coincidiendo la termi­nación con el toque del Ángelus.

Cuenca, 12 de Septiembre de 1927.

 

                                                            + CRUZ, Obispo de Cuenca.

 


[1] Enc. Supremi Apostolatus. A. 1888.

[2] Enc. Supremi Apostolatus.

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