Circular sobre preces al Espíritu Santo
Al aproximarse la solemnidad de Pentecostés, hemos de redoblar nuestras plegarias al trono de las divinas misericordias, impetrando los dones y gracias del Espíritu Santo, por cuya virtud se ha de renovar la faz de la tierra, en expresión del Profeta Rey «Enviarás, tu Espíritu y renovarás la faz de la tierra».
Hoy que el mal cunde y se extiende por doquier
es necesario levantar el corazón a lo alto y pedir
con .fervorosas e insistentes súplicas que el Espíritu
Paráclito infunda en nuestras almas el fuego de la
caridad, del amor, para restablecer en el mundo las
hermosas costumbres características de los hijos de.
Dios.
A ese Espíritu consoladores hemos de acudir también cuando el pecho se sienta atribulado por las contrariedades, de la vida, sofocado por el fuego de las pasiones, acibarado por la desgracia, y El que es dulce huésped de las almas y confortante refrigerio de las mismas, nos proporcionará el éxito dé nuestra salvación y el perenne gozo de la eternidad. Por esto y a los indicados fines, el Sumo Pontífice de inmortal memoria, León XIII, en sus Encíclicas «Próvida-Matris» y «Divinum illud munus» de 5 y 9 de Mayo de 1895 y 1897 respectivamente, dispuso se elevasen preces publicas al Espíritu Santo durante los nueve días que anteceden a la fiesta de Pentecostés.
Y Nos secundando los deseos de la Santa Sede, ordenamos que en todas las Iglesias dependientes de nuestra jurisdicción se hagan las preces de referencia, a cuyo efecto damos por reproducidas las disposiciones dictadas, por nuestros venerables predecesores, sobre el particular, en 21 y 27 de Mayo de 1895 y 1897 é insertas en el Boletín Oficial del Obispado, de los expresados años, esperando que los Sres. Curas Párrocos y encargados de parroquia instruirán oportunamente al pueblo fiel, a fin de que sus respectivos feligreses, puedan lucrar las indulgencias con tal motivo concedidas por la benignidad de la Sede Apostólica.
Cuenca, 17 de Mayo de 1922.
+ El Obispo.