Esta es la grandeza del amor: pone en escena a dos actores, hombre y mujer, protagonistas del drama de sus vidas, llamados a recorrer el camino que va desde lo que se encuentra en la superficie del amor, lo aparente, y lo que está escondido, la Verdad del Amor. Este fin de semana queremos meditar sobre el amor, ir hasta el fondo de su Verdad, ir por lo tanto a ese Principio, a la Fuente del Amor, para que el Creador nos haga partícipes de su misma visión, cuando al crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, vio que era muy bueno, que era bello, que esta unión sagrada es un camino seguro de santidad.
Aprovechemos estos días, contemplemos en silencio la naturaleza, la belleza de los paisajes que nos rodean. Este contacto con la creación, favorece la profundización en la espiritualidad matrimonial, que brota del misterio del amor creador de Dios, de un amor que nos precede, y del cual nuestro amor siempre es respuesta.
¡Dejémonos modelar por el Amor! Dejemos que el Gran Orfebre, el artífice de nuestras alianzas, penetre profundamente en la vida de nuestro matrimonio y de nuestra familia, que los vaya labrando… Su acción de orfebrería divina será tanto más eficaz cuanto más dóciles seamos.
¡Busquemos un Puerto para nuestro Amor! Ese puerto es el Corazón traspasado de Cristo, la Fuente del Amor, del que nace nuestro matrimonio, y en él tiene su descanso. Ese Amor, esa Presencia que la Fe reconoce, en cada circunstancia de nuestra vida… Y en todas ellas, Cristo el Esposo, como a Juan y Andrés, nos dice: “Ven y verás, ven y Me verás, porque en todo estoy y dentro de ti y de tu matrimonio, de tu familia, moro y permanezco SIEMPRE”. Esta es la fe que sustenta una vida.
Que María, modelo de docilidad al Espíritu Santo, la Madre del Amor Hermoso, la que mereció llevar en su seno al mismo Hijo de Dios, apunte el Camino, y guíe nuestra vocación al amor.
¡Ánimo, y dichosos Ejercicios para todos!