EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA FAMILIAS – 24 al 26 de Marzo de 2017
1ª MEDITACIÓN INTRODUCTORIA
Los Ejercicios Espirituales son un instrumento divino de reforma personal. No sólo proyectan luz sobre nuestras oscuridades y fuerza para combatir nuestra evidente debilidad, sino que el Señor, si nos dejamos hacer, nos configura con su pasión, muerte y resurrección. Es un proceso que nos alcanza la Vida verdadera.
El principio y fundamento de nuestra vida cristiana es la Filiación divina. Por aquí comenzaremos a caminar siguiendo los pasos seguros de la celebración eucarística, que iniciamos En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
2ª MEDITACIÓN: EL PECADO Y LA CONVERSIÓN
Antes de comenzar los Sagrados Misterios, reconozcamos nuestros pecados… El pecado es el gran mal y tiene remedio. Si nos arrepentimos y acudimos al sacramento de la confesión nuestra vida se limpia y se va llenando de amor a Dios y de mayor comprensión hacia los demás. El pecado personal estropea el ambiente de amor y confianza que debe respirarse en la familia cristiana. Jesús que os llamó a la vida matrimonial, os llama también a hacerla posible y santa, por eso no deja de gritar: “Convertíos y creed en el evangelio”.
3ª MEDITACIÓN: POR CAMINOS DE ORACIÓN
La Santa Misa es la gran oración: Cristo mismo, el Hijo, habla al Padre en nuestro nombre. En la Misa hay continuas llamadas para que entremos de lleno en esa oración y para que escuchemos, en nuestra jornada habitual, la voz amorosa del Señor.
El cristiano no rehúye el diálogo abierto y franco con Jesús. Cada momento del día nos recuerda la necesidad que tenemos de El y despierta en cada uno el deseo de pasar ratos prolongados ante el Sagrario.
En la familia se aprende a orar y se fomenta el hábito de la oración. Siempre los momentos en familia comienzan y acaban acudiendo al Señor y a la Santísima Virgen María.
4ª MEDITACIÓN: CONOCER A JESUCRISTO, HACERLO CONOCER Y LLEVARLO A TODAS PARTES
La Liturgia de la Palabra es la primera parte de la celebración de la Santa Misa. Toda la Sagrada Escritura nos habla de Jesús, nos lo da a conocer como el Enviado por el Padre, como el único Salvador de los hombres, como el Hijo Unigénito del Padre, Dios hecho hombre en las virginales entrañas de María Santísima.
Escuchar las lecturas de la Santa Misa no es un ejercicio pasivo, sino que suscita las disposiciones interiores de seguir a Jesús, dejarnos guiar por El, ser coherentes y dar testimonio.
La escucha atenta y la lectura asidua de la Palabra de Dios nos acerca grandemente a la figura amabilísima de Jesús, que se convierte así en el referente y la luz que guía los pasos de cada miembro de la familia y de la familia cristiana.
5ª MEDITACIÓN: OFRECER EN EL ALTAR LA PATERNIDAD Y MATERNIDAD, LA FILIACIÓN, EL TRABAJO Y EL SUFRIMIENTO, LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE
Junto al pan y al vino ponemos en el altar nuestra vocación y el esfuerzo alegre y generoso que ponemos en realizarla cada día. Colocamos el trabajo que es medio de realización personal y materia de santificación personal. También entregamos al Señor nuestras penas y alegrías, la salud y la enfermedad, a los vivos y a los difuntos.
El don de los hijos que Dios da y su educación integral exige no pocos sacrificios y desvelos que los padres han de afrontar siempre junto al Señor. El trabajo de cada día, bien realizado y ofrecido a Jesús, es un espacio de crecimiento interior y de encuentro con Dios. El sufrimiento y la certeza de la muerte son un acicate para vivir el evangelio en el aquí y ahora.
Ponernos en manos de Dios, cuando el sacerdote levante levemente el pan y el vino, es garantía de que esos dones serán gratos a Dios y nosotros transformados para vivir, a lo divino, la vida ordinaria.
6ª MEDITACIÓN: EL ESPÍRITU SANTO: AMOR QUE LLEVA AL AMOR
La epíclesis es uno de los momentos cumbre de la Santa Misa. El Espíritu Santo es el gran protagonista de la historia humana, de nuestra historia personal y, también, el actor principal en la Eucaristía.
Somos casa o templo del Espíritu Santo y recibimos los sacramentos gracias a su intervención decisiva. Es “Dios en nosotros”. Su presencia empuja hacia los grandes ideales y fortalece en el camino de materializarlos.
Hemos de ser dóciles a su influjo benéfico y santificador y encomendarle a cada uno de los miembros de la familia. Pedimos para que cree un corazón nuevo en cada uno, donde El pueda reinar. Que su Amor personal ayude a la familia a vivir de ese amor tan grande e inagotable.
7ª MEDITACIÓN: PLEGARIA EUCARÍSTICA Y COMUNIÓN, LA UNIÓN DEL CIELO Y DE LA TIERRA
La Eucaristía es un misterio tan sublime que recapitula y revela todos los misterios de nuestra fe. Sólo se entiende por el inmenso amor que Dios nos tiene. La Iglesia nos habla de la Eucaristía como “gran sacramento” y nos invita maternalmente a asombrarnos y a recibirla con frecuencia y con las debidas disposiciones.
Es Jesús mismo quien se hace presente en la Eucaristía. Ante ella hay que rendirse ofreciéndole el homenaje de nuestra fe, esperanza y caridad. Ningún día sin la Eucaristía. Ella construye la Iglesia y cada familia.
María Santísima y San José nos ayudan a tratar debidamente a Jesús que se nos entrega inerme bajo las apariencias de pan y de vino.