El Pan de la Palabra – Domingo III de Cuarema

Querid@s amig@s:

 

Seguimos avanzando en el camino de la Cuaresma hacia la Pascua, y lo hacemos con paso seguro afirmados en la Palabra de Dios que nos ilumina, nos orienta, nos anima y nos va dando forma en ese deseo de parecernos cada día un poco más al modelo que es Cristo.

 

Las lecturas de este domingo las vamos a meditar desde dos claves que nos da la liturgia: el salmo responsorial y el versículo previo al Evangelio. 

 

El salmo responsorial no se presenta como palabra de Dios ni se propone como oración, sino más bien como un canto de meditación que ayuda a interioridad el mensaje de la primera lectura. Este domingo respondemos diciendo: «Señor, tú tienes palabras de vida eterna». El salmo 18 alaba la ley del Señor como perfecta, descanso, fiel, enseña, alegran, dan luz, endulzan la vida, son verdaderos y justos… Pues bien, la primera lectura nos presenta el Decálogo o mandamientos de Ex 20. Son la palabra que Dios da por medio de Moisés a su pueblo recién liberado de la esclavitud con el que ha hecho una alianza. Dios ofrece los mandamientos como regalo a un pueblo al que acaba liberar de la esclavitud del faraón. Por eso, lo primero que hace es recordarle: «Yo soy el Señor, tu Dios, el que te sacó de Egipto, de la esclavitud». En el inicio de la alianza entre Dios y su pueblo encontramos una experiencia de salvación. Los mandamientos, la ley, vendrá después como oferta de camino de libertad de Dios a su pueblo, como palabra capaz de guiar sus  pasos hacia la vida, hacia la tierra prometida, hacia la libertad tan ansiada.

 

El versículo antes del Evangelio nos da una clave fundamental para interpretar el texto que sigue. Este domingo dice así: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna» (Jn 3,16). A continuación tenemos el texto de Jn 2,13-25 donde se narra el episodio de la expulsión de los mercaderes del templo. El evangelio de Juan, a diferencia de los otros evangelistas, presenta este episodio al comienzo y no al final. Jesús, movido por el celo o la pasión por Dios y por sus cosas, reacciona contra el Templo y todo lo que gira a su alrededor. El Templo, que en le judaísmo era el signo de la presencia de Dios y el lugar en el que el creyente subía a renovar su fe y a relacionarse con su Dios, se ha convertido en un mercado. Jesús denuncia que este templo que separa ya no es el lugar para dar culto en espíritu y verdad, sino que es él el principal signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Él es la Palabra que se ha hecho carne; es el que tiene palabras de vida eterna, porque es la Palabra eterna encarnada. Por eso frente a un templo que ya no cumple su fin de promover la comunión entre Dios y los hombres, porque ha creado un sistema lleno de intereses y de discrimación, Jesús se presenta como el nuevo lugar de la presencia de Dios. Esta equiparación entre Templo y cuerpo de Jesús que hace él mismo nos sugiere alargarla con las palabras de Pablo cuando presenta a la Iglesia como el cuerpo de Cristo,del que Él es la cabeza. E inmediatamente nos cuestiona: ¿somos hoy signos de la presencia de Dios en medio de nuestro mundo? ¿Nuestras comunidades cristianas son conscientes de que son el cuerpo de Cristo y que se manifiesta como tal fundamentalmente en el domingo cuando es convocado en asamblea en la eucaristía? ¿En qué hemos convertido nuestras iglesias, nuestras comunidades cristianas?

 

Finalmente la segunda lectura presenta un trocito de la primera carta de san Pablo a los Corintios en el que el apóstol nos habla de la palabra que él proclama como palabra que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Esa palabra es la de la cruz. La cruz de Cristo muerto y resucitado nos dice que el único camino que conduce a la verdadera vida y libertad es el camino de la entrega, del servicio, de la generosidad, del amor hasta el extremo, de la sencillez y de la humildad. Éste es el evangelio del que Pablo no se avergüenza y que nos está salvando a todos. 

 

El Triduo Pascual al que nos preparamos durante este tiempo de Cuaresma nos pondrá solemnemente ante esta palabra de la cruz el Viernes santo. Que estos días en los que afinamos nuestro oído para escuchar al Señor nos ayuden a disponer los oídos de nuestro corazón ante las próximas fiestas pascuales. Como dice la oración colecta de este domingo, que el Señor nos mire con amor y restaure con misericordia nuestros corazones desgarrados.

 

Feliz domingo para tod@s en familia!!!!

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