El Pan de la Palabra – Domingo V de Pascua

Querid@s amig@s:

Llegamos al quinto domingo de Pascua y continuamos escuchando el evangelio de Juan, donde Jesús se va revelando por medio de imágenes tomadas de la vida del campo. Si la semana pasada nos invitaba a contemplar al pastor y a su relación de conocimiento-amor con sus ovejas, por medio del diálogo y la escucha, este domingo Jesús nos propone la imagen de la vid y los sarmientos. Una nueva imagen tomada de la agricultura que nos permite comprender algunos aspectos de nuestra relación con Jesús Resucitado. Una imagen con raíces bíblicas en el Antiguo Testamento: Israel era la cepa que Dios sacó de Egipto y transplantó en la tierra de Canaán, esa viña por la que Dios se desvivió, tal como canta el profeta Isaías en la canción de amor de su amigo Dios por su viña (Is 5)…

El evangelio de este domingo lo encontramos en el capítulo 15, perteneciente a los discursos de despedida de Jesús tras la última cena. Por tanto, nos podemos situar en el cenáculo después de haber asistido a la cena con que el Señor se despide de sus amigos y con la que ha querido dejar un signo que recoja lo que ha sido su vida. Lo hemos visto a él, el Maestro y el Señor, arrodillado lavándonos los pies y pidiéndonos que hagamos lo mismo entre nosotros. Y ahora escuchamos su testamento, sus últimas enseñanzas antes de pasar de este mundo al Padre y dejarnos bajo la luz y la guía del Espíritu. Esa experiencia única que vivieron aquellos primeros discípulos se repite en cada celebración de la Eucaristía, recuerdo y rememoración de aquella cena.

Jesús aquí se presenta como la vid verdadera y dice que su Padre es el labrador. La vid verdadera es la que da buen fruto. Quien conoce la cultura que gira en torno a la vid sabe que hay vides que son falsas. Aparentemente no se diferencian, pero los frutos que da una y otra no se parecen en nada en el sabor, el color… La mala vid da agrazones, uvas amargas que no se pueden comer ni se puede hacer con ellas ningún vino. Y el Padre es el labrador-viñador: el Padre es el que labra, cava, quita las malas hierbas, poda, injerta los sarmientos, vendimia… El trabajo de la viña es muy constante, requiere mucha dedicación y ese trabajo lo realiza con esmero Dios Padre. 

Y en esta imagen aparecen los sarmientos llamados a dar frutos buenos. Vid-Viñador-Sarmientos son imagen de Jesús-el Padre-y los discípulos de Jesús. Entre estos elementos se entabla una relación muy especial. El Padre nos ha injertado en una vid muy especial que es su Hijo Jesús. Por medio de su Hijo quiere que nuestra vida dé frutos, sea una vida plena: «yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada». Sin esa unión con Jesús, vid verdadera, es imposible que nuestra vida produzca fruto alguno: «Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca».

En ese buscar el mejor fruto en nuestra vida («con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos») Dios Padre realiza en nosotros un trabajo constante: quiere arrancar las malas hierbas, poda (la poda es dolorosa para el árbol o arbusto) aquello que no produce ningún fruto con el fin de que dé mejores y mayores frutos… Y ese esmerado y paciente trabajo lo quiere hacer con el mayor cuidado posible. Lo realiza por medio de su Palabra, como los padres y las madres van educando a sus hijos, por medio del diálogo paciente («si mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará»).

La segunda lectura tomada de la primera carta de Juan expresa con otras palabras este misterio en el que se sumerge el creyente por medio de Jesús, la vid verdadera: el que cree en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y ama al otro vive en esa nueva vida que Dios ha preparado para todos. Sólo por medio de la fe en el nombre de Jesús es posible dar verdaderos frutos de amor de verdad y con obras, como nos pide Dios Padre, el viñador. 

Este anuncio del nombre de Jesús nos ha llegado a nosotros gracias a Pablo, instrumento que Dios buscó para que la buena noticia de Jesús llegase a todos los hombres y mujeres. Su labor misionera fue más allá de las fronteras del judaísmo y proclamó el Evangelio de Jesuscristo también a los no judíos, a los gentiles. 

Que la Eucaristía de este domingo nos lleve a sentirnos sarmientos injertados en la buena cepa que es Jesucristo; que alimentemos nuestra vida de su savia, de la escucha se su Palabra, de permanecer en Él, el único nombre que salva. Y así podamos dar frutos de amor en nuestros ambientes, que beneficien a los que están más cerca de nosotros, nuestros prójimos.

 

¡¡¡Feliz domingo en familia!!!

 Servicio Bíblico Diocesano

 

P.D.: Compartimos la canción «Dios es tu amigo, el viñador»

1. Por los caminos sedientos de luz 
levantándose antes que el sol, 
hacia los campos que lejos están 
muy temprano se va el viñador. 
No se detiene en su caminar, 
no le asusta la sed y el calor. 
Hay una viña que quiere cuidar 
viña que es todo su amor.  
Dios es tu amigo el viñador 
el que te cuida de sol a sol. 
Dios es tu amigo el viñador 
el que te pide frutos de amor.

2. Él te protege con un valladar 
levantado en tu derredor, 
quita del alma las piedras del mal 
y ha elegido la cepa mejor. 
Limpia los surcos con todo su afán 
y los riega con su sangre y su dolor. 
Dime si puede hacer algo más de su viña el viñador. 

3. Por los caminos sedientos de luz 
levantándose antes que el sol, 
hacia los campos que lejos están 
muy temprano se va el viñador. 
Sólo racimos de amargo sabor, 
ha encontrado en tu corazón. 
Dime si puede esperar algo más de su viña el viñador.

 

 

 

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