Cesáreo Sáez Ferrer

Cesáreo Sáez Ferrer

 

Párroco de Landete

Natural de Fuentelespino de Moya, Cuenca. Ingresado en el colegio de San José como infantillo de coro, de donde pasó al Seminario y fue presbítero el 1903. Destinado a Campillo de Altobuey como coadjutor, obtuvo en 1909 la Parroquia de La Portera, pasando en 1915 a coadjutor del Salvador de Requena. En 1923, por orden del obispo Laplana vuelve a su Parroquia y en 1930, obtiene en el concurso la de Landete, junto a su pueblo.

Sirvió también en Los Pedrones y algún tiempo en Campo Arcis. Era bajo de estatura, apocado de espíritu e inteligencia clara, como demostró en el Seminario y en Requena, dando clase de Religión. En La Portera mejora la primitiva iglesia, dotándola de cuatro altares nuevos, y construyó la sacristía, de la que carecía. En verano, cuando tenía algo más de tiempo, dedicaba a la caza y a la pesca el tiempo de esparcimiento en los montes de la provincia.

Cuando arreció la persecución religiosa, se refugió en Fuentelespino de Moya, en julio de 1936. Los milicianos marxistas de Utiel se presentaron en su casa y amenazaron de muerte a sus familiares, si no decían dónde estaba. Entonces, él, que todo lo estaba oyendo, se presentó a los milicianos, que se lo llevaron entre insultos y malos tratos, y luego lo asesinaron en el término de Garaballa, exclusivamente por su carácter sacerdotal. Murió asesinado en el término de Garaballa, Cuenca, por ser sacerdote y por odio a la fe católica, en el mes de julio del año 1936. En su pueblo, Landete y su comarca se recuerda su muerte y se le tiene como mártir.

Julián Saiz Blázquez

Hojalatero

Nació, en Priego (según el libro de familia), el día 17 de agosto de 1906. Casado en primeras nupcias con Cristina, que falleció posteriormente, y con Hermenegilda Quicios. Tenía dos hijas: María de los Dolores y María Cristina.
Hojalatero de oficio, era un obrero piadoso, de convicciones hondas y prácticas, de honradez sin tacha. Pertenecía a la

  Juventud de Acción Católica y al Sindicato Católico Obrero.

Al estallar la Guerra Civil y comenzar la persecución religiosa, fue encarcelado en la Provincial, en la checa instalada en el Seminario y en el Cuartelillo sucesivamente, de donde el coche de la muerte, se lo llevó hacia el cementerio. Por el camino, encarándose con los milicianos que lo llevaban, les dijo: “¿Dónde me lleváis?…. Y, siendo un obrero como vosotros, ¿me vais a matar?…”. Entretanto, el coche de la muerte iba pasando por el camino, entre los cadáveres, aun sangrantes de los otros mártires asesinados, y la nueva víctima, obligada a descender del coche, al ver aquel espectáculo sufrió un desvanecimiento, cayó en tierra, y allí le dispararon un tiro en la sien. Murió asesinado el día 14 de noviembre de 1936, de madrugada, en el cementerio de Cuenca, sólo por ser católico practicante y por odio a la fe.

Se recuerda, en Cuenca, su muerte y se le considera mártir de la Iglesia.

 

 

Manuel Navarro Martínez

Canónigo de la Catedral de Plasencia

 

(1902-1936)

 

El Siervo de Dios Manuel Navarro Martínez nació en Puebla de Almenara, provincia y diócesis de Cuenca, el 9 de Agosto de 1902, en el seno de una familia sencilla, aficionada a la música y de gran devoción mariana.

 

Desde niño mostró buena disposición para el estudio y grandes dotes para la música, con decidida vocación al sacerdocio. Con tan solo 13 años de edad se presentó en el Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca a fin de hacer oposición a las gracias que, para hijos de familias humildes, había en dicho Centro. Tras un brillante examen, que asimismo le sirvió de ingreso, obtuvo una de las dos medias becas vacantes de aquel año y, como cargo a esta media beca, se le impuso la obligación de segundo organista de la Capilla de la Merced, situada junto al Seminario y servida por profesores y seminaristas. En los dos primeros años reorganizó la Capilla, fue agraciado con la beca entera y designado primer organista, siendo además profesor auxiliar de música en el Seminario, donde enseñó con doble amor: uno, como músico de vocación y otro, como compañero seminarista. Fue ordenado Diácono en el año tercero de Teología.

 

Se presentó a oposición al Beneficio de Organista Primero de la Santa Iglesia Catedral de Tuy (Pontevedra), Beneficio que obtuvo después de una brillante oposición. Fue ordenado Sacerdote en dicha misma Santa Iglesia Catedral el 20 de Marzo de 1926 y celebró al día siguiente su Primera Misa en la Capilla del Colegio de las Hermanitas de San Vicente de Paúl. Fue capellán de las religiosas del Buen Pastor y de las religiosas del Inmaculado Corazón de María. Nombrado Profesor de Música y Canto Gregoriano del Seminario de Tuy, asistió como Delegado Diocesano al Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria, en el que participó activamente como ponente y presentador de memorias. Formó parte del Tribunal Eclesiástico de Oposiciones a Beneficios de Cargos de Música y asistió también como Delegado Diocesano al Primer Congreso de Acción Católica celebrado en Madrid en 1929. Permaneció en Tuy hasta Diciembre de 1930.

 

El 17 de Enero de 1931 fue nombrado, por oposición, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Plasencia (Cáceres) y en este mismo año compuso un Himno a Nuestra Señora María de la Misericordia, Patrona de su pueblo natal, a la que veneró desde niño con inefable cariño. Dicho Himno se canta en la actualidad con honda devoción por los fieles de esta localidad conquense y por todos los romeros que, con diferente procedencia, peregrinan cada ocho de Septiembre a la ermita-santuario de Nuestra Señora sita en la sierra de Puebla de Almenara en la celebración de su festividad.

 

Sufrió persecución en los años siguientes y la Guerra Civil le sorprendió en Solares (Santander), donde pasaba la temporada de verano sirviendo de capellán en el balneario de dicho municipio. En Agosto de 1936 fue apresado por su condición de sacerdote, sufriendo interrogatorios y maltratos hasta ser conducido al “Alfonso Pérez”, barco atracado en el puerto de Santander que fue utilizado como prisión. Allí fue objeto de múltiples vejaciones hasta el mismo día de su muerte, pero antes compuso un himno de amor a la Santísima Virgen titulado “Yo te quiero mucho”, que entusiasmó a los presos de la bodega número dos de aquel barco-prisión, a los que confesó y consoló hasta momentos antes de ser sacrificado el día 27 de Diciembre de 1936. Testigos supervivientes afirman que su postrer acto fue encomendarse a la Patrona de su pueblo, la Virgen de la Misericordia, siendo sus últimas palabras: “Viva Cristo Rey”.

 

Aquel joven sacerdote y profesor de música religiosa, cuyo último servicio fue el de confesor de presos, es hoy recordado con cariño y devoción en su pueblo natal, Puebla de Almenara (Cuenca), así como por todos aquéllos que van conociendo su vida de entrega a los demás y de amor a María.

 

                                     Pedro Sanz Navarro Sobrino segundo del Siervo de Dios

German Olarieta Crespo

Presidente del Tribunal de menores de Cuenca y veterano de la adoración nocturna

 

Nació, en Cuenca, el día 28 de mayo de 1894. Casado con Aurelia González Escudero. Tenía siete hijos: Antonio, Dolores, Miguel, Juliana, Germán, Socorro y Antonio.

  Era maestro, oficial de prisiones y presidente del Tribunal de Menores.

Don Germán era veterano de la Adoración Nocturna, instructor de la juventud Franciscana, secretario de la Asociación de Padres de Familia, socio de la conferencia de San Vicente de Paúl, miembro de varias cofradías, periodista y corresponsal de la prensa católica.

En todas partes actuaba como quien era: católico de piedad profunda, activo sin descanso, honrado sin sombra de mancilla, apacible y candoroso, que a todo el mundo complacía y sólo hacía bien. Como era oficial de prisiones en la cárcel, todos los presos lo alababan y siempre le guardaban cariño.

La persecución religiosa llegó a su persona. La misma tarde del día en que fue asesinado, al despedirse de su esposa y de sus hijos, que iban a rezar el Santo Rosario como de costumbre, cuando fue detenido, les dijo: “Yo, no solo rezo el Rosario sino también otras cosas por la salvación de España”.

Cuando los milicianos lo sacaron de la cárcel, adivinando la intención que tenían de asesinarlo, se despidió de sus compañeros de cárcel con estas palabras: “¡Adiós, hasta la eternidad!”. Pocos minutos después, resonaron los tiros del martirio. Murió asesinado el día 15 de agosto de 1936, a las doce de la noche, en el camino de San Isidro, cerca de la cárcel de Cuenca, por ser católico y por odio a la fe. En Cuenca se recuerda su muerte y es considerado mártir de la Iglesia Católica.

José María Ortega Montalbán

Miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl

 

Nació en Cuenca el día 9 de diciembre de 1390. Casado con Ana María de San Julián. Tenía cuatro hijos: Lorenza, Jesús, Carmen y José María. Tenía el oficio de carpintero.

Era católico práctico miembro activo de la Conferencia de San Vicente de Paúl de los Padres de Familia y propagandista entusiasta de las Hermandades y Asociaciones religiosas, habiendo sido fundador de las cofradías de Nuestra Señora de las Angustias y de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol en la parroquia de El Salvador. Patriota abnegado de laboriosidad y honradez intachable cooperó a la fundación de la Agrupación Ciudadana y Agraria. Y en las elecciones del año 1932, fue elegido Concejal por gran mayoría de votos defendiendo siempre en el Ayuntamiento la representación de los católicos y persona de orden.

El 5 de septiembre, en plena persecución religiosa, fue detenido en su domicilio y conducido al Comité del Frente Popular quien ordenó su encarcelamiento que duró hasta el 29 del mismo mes, en que por orden de la autoridad judicial fue puesto en libertad.

Mientras tanto los milicianos clausuraron su taller después de haberlo saqueado y robado llevándose bancos, herramientas y todo lo demás. Poco tiempo después, tres milicianos de la Columna del Rosal, portadores de una orden de detención firmada por el Gobernador Civil de la provincia, lo detuvieron nuevamente, conduciéndolo al Seminario convertido en cárcel donde al anochecer del día 1 de enero de 1937 quedó incomunicado siendo asesinado al día siguiente en el cementerio de Cuenca donde fue sepultado el cadáver. Murió asesinado el 2 de enero de 1937, en las tapias del cementerio de Cuenca, sólo por ser católico y hombre de bien dando testimonio de su fe católica.

Gerardo del Olmo Fernández

Ecónomo de Valsalobre

 

Don Gerardo nació en Olmedilla de Arcas, Cuenca, el día 3 de octubre de 1909. Era hijo de Lorenzo del Olmo Villa y Salvadora Fernández García y tenía nueve hermanos: Jesús, Áurea, Eugenio, Feliciano, Eugenia, Patrocinio, María, Constancio y Cirilo.

Estudió en el Seminario de Cuenca, recibiendo el sacerdocio el año 1933. Fue nombrado poco después Ecónomo de Balsalobre.

Este joven sacerdote era un celoso cumplidor de sus deberes sacerdotales y de ejemplar conducta moral. Ardía en deseos de conquistar almas para Dios, a lo que consagraba todos sus esfuerzos, especialmente en la catequesis con los niños.

Al poco tiempo de comenzar la persecución religiosa, fue detenido y maltratado cruelmente junto con el Cura Párroco de Torrecilla. Antes de ser asesinados se confesaron los dos sacerdotes mutuamente, y exclamaron: “Damos nuestra vida por Cristo….”. ¡Viva Cristo Rey! Mientras esto decían, fueron acribillados por las balas, y al día siguiente fueron quemados sus cadáveres. Murió, pues, asesinado el día 22 de agosto de 1936, a las ocho de la mañana, en el río Tajo, entre Vega del Codorno (Cuenca) y Guadalaviar (Teruel), por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo. Los pocos restos que quedaron de su cuerpo, fueron recogidos y enterrados secretamente por unos hombres piadosos, no lejos del lugar donde murió.

Wenceslado Palacios López

Coadjutor de Mota del Cuervo

 

Nació el día 28 de septiembre de 1872, en Mota del Cuervo, Cuenca. 
Sus padres le educaron según la doctrina y moral católica. Los primeros estudios los cursó en su pueblo natal, pasando posteriormente al Seminario de Cuenca, donde realizó todos los estudios eclesiásticos sacerdotales. 

  El año 1896 recibió el Orden Sacerdotal. Poco después era nombrado Coadjutor de Mota del Cuervo, donde estuvo hasta que lo mataron. 

Sacerdote ejemplar y bondadoso, “virtuosísimo y caritativo”, fue muy estimado por sus paisanos, sobre todo por los pobres a los que ayudó de forma especial. Muy devoto de la Virgen de Manjabacas, del Corazón de Jesús y del Santísimo

Sacramento, siendo Capellán de Cofradía de Santísimo Sacramento y de la Hermandad de la Catequesis Parroquial. 

Iniciada la Guerra Civil y cuando la persecución religiosa comenzaba a generalizarse violentamente, fue detenido el 24 de julio de 1936 y encarcelado. Algunos días después fue trasladado a Cuenca, donde fue torturado, física y moralmente, y cruelmente asesinado. Su cadáver, al ser exhumado, presentaba las huellas de un martirio cruel. Don Wenceslao murió con gran resignación cristiana y como hiciera algún signo significativo de elevar sus manos al cielo, implorando clemencia y perdón al Todopoderoso, le seccionaron un brazo, como diciéndole: “Para que no lo levantes otra vez”. Dejando que sufriera un largo rato, acabaron con él con varias descargas de fusil. Murió asesinado el día 21 de septiembre de 1936, a 4 kilómetros de Cuenca, en la carretera de Villar de Olalla (Cuenca), sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo. Desde el momento de su muerte se le consideró mártir.

Fernando Pastor de la Cruz

Párroco y arcipreste de Motilla del Palancar

 

Nació el 18 de enero de 1898. Era natural de Valhermoso de la Fuente. Hijo de Samuel Pastor Sánchez y Teodora de la Cruz Martínez. Sus hermanos fueron: Graciano (asesinado en Campo Arcis), Felicia, Lucrecia, Carmen y Jesús.

Desde niño demostró vocación profunda para el sacerdocio, por lo que ingresó en el Seminario de Cuenca. En sus estudios obtuvo las mejores calificaciones. En el año 1919 fue elegido para continuar sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma, y allí alcanzó los grados de Doctor en Teología y Bachiller en Derecho Canónico, y el de Doctor en Filosofía en la Academia de Santo Tomás. Se ordenó sacerdote y celebró su primera misa en mayo de 1923, y regresó a España al servicio de la Diócesis. Fue nombrado capellán de la Clarisas de Alcocer y encargado de la parroquia de Alcohujate; se encargó de Buenache de Alarcón y Barchín del Hoyo, y por último de La Roda. Opositó a capellanes de la Armada y dos veces a una canonjía, siempre con las mejores calificaciones.

Fue nombrado Párroco Arcipreste de Motilla del Palancar, de cuya parroquia tomó posesión en noviembre de 1930. La casa que le cedió el Ayuntamiento, la destinó para albergue de los pobres transeúntes. Al llegar la República, y haber sido suprimido el presupuesto del Culto y Clero decidió poner una imprenta, donde trabajó para ganar el pan de sus padres y de sus pobres. Su padre, le aconsejó que se fuera al extranjero, pero él no podía dejar a sus feligreses. Permaneció en Motilla hasta el 25 de julio, pero al prohibirle que abriera la Iglesia, marchó a casa de sus padres en Rubielos Altos, donde vio y oyó escenas que le atemorizaban.

El día 8 de agosto fue informado del asesinato de su hermano Graciano, sintiendo mucho su muerte, diciendo, “después moriré yo”. Y así fue. El 25 de agosto los milicianos le avisaron para que fuera al Ayuntamiento de Motilla para declarar; le acompañó su padre. Una vez subido en el coche y camino de Motilla, empezaron a insultarle, maltratarle y amenazarle de muerte. Después de estar unos días en la cárcel, le montaron en un camión y lo llevaron, al lugar designado para matarlo, fuertemente atado. Llegados allí, lo tiraron del camión y le pidieron que blasfemara contra Dios. Como no blasfemó, le hicieron una descarga de fusiles y murió diciendo: “¡Viva Cristo Rey!”. Murió asesinado el 26 de agosto de 1936, a las tres de la mañana, entre Hontecillas y Valverde del Júcar, Cuenca, por ser católico y por odio a la fe de Cristo.

Graciano Pastor de la Cruz

Ecónomo de Campos Arcís y La Portera

Nació el día 18 de diciembre de 1905 en Villar de Olalla, Cuenca. Hijo de Samuel Pastor Sánchez y Teodora de la Cruz Martínez, tenía cuatro hermanos: Fernando (sacerdote que murió asesinado en Motilla), Felicia, Lucrecia y Jesús.

Estudió en Cuenca y en Toledo, siendo ordenado sacerdote el año 1928. Fue un sacerdote buenísimo y lleno de virtudes, que acostumbraba a repartir muchas limosnas a los pobres. Cantó su primera misa en Barchín del Hoyo, y fue nombrado Coadjutor de Iniesta, después Regente de Landete y finalmente Ecónomo de Campo Arcis y La Portera, donde trabajó y mejoró mucho la vida religiosa de sus feligreses, siendo muy querido y respetado por todos.

Pocos días antes de empezar la Guerra Civil y al extenderse la violenta persecución religiosa le ofrecieron irse al extranjero pero no quiso dejar su parroquia, dejando abandonados a sus feligreses. Unos días después del 19 de julio, salió por la noche sin cenar y sin provisiones temiendo una sangrienta persecución, yendo a ocultarse a una de las aldeas que rodeaban su parroquia donde pasó unos ocho días. Pero viendo que comprometía a los que le ocultaban, a pesar de que a toda costa le querían ocultar, se entregó personalmente al comité del pueblo de La Portera, para que lo llevaran a Requena.

Antes de llegar a recogerlo las milicias del pueblo, se presentó un buen hombre de Requena, que le invitó a acompañarle, con objeto de salvarle la vida, pero detenido fue insultado y maltratado. D. Graciano les decía: “¿Por qué me queréis matar?…. Tan amigos que hemos sido, que hemos convivido juntos, sin haber tenido nunca el menor disgusto, y ahora esto. ¿Por qué? ¿No recordáis mis visitas cuando estabais enfermos, cuando os daba consuelo, cuando os daba alimento porque no teníais que comer?…¿ni del trabajo que os he conseguido cuando carecíais de el?”. Si nunca os he hecho daño, ¿Por qué me tratáis de esta manera tan despiadada y tan cruel? De esta manera consiguió que lo dejaran encerrado en la cárcel de Requena durante ocho días más. Pero antes se presentó una turba desenfrenada para asesinar a todos los detenidos en aquella cárcel, y al decirles que allí había un cura lo buscaron y lograron dar con él, atado y a fuerza de culatazos, le hicieron subir a un camión. Pidió que no lo matasen, ya que tenía que cuidar de sus padres muy ancianos y enfermos.

Llegados al sitio de la ejecución, a fuerza de golpes y bofetadas, le hicieron bajar, obligándole a despojarse de la americana, le ordenaron diese un paso adelante, mientras, por detrás, le hicieron una descarga cerrada, que le causó la muerte. Antes de morir pudo gritar: “¡Viva la Religión Católica!, ¡Viva Cristo Rey!”. Después de muerto, los asesinos se dirigieron a su domicilio en Campo Arcis, incautándose todo lo que tenía y quemando en la plaza del pueblo lo que no les servía. Murió asesinado el día 4 de agosto de 1936, en el sitio llamado “Fuencaliente”, a unos dos kilómetros de Requena (Valencia), por Dios y por ser sacerdote.

 

 

Raimunda Parra Belinchón

Nacida en Zarza de Tajo el día 5 de diciembre de 1885, contrajo matrimonio canónico con Gregorio García-Cuenca Vellisca, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos de los que vivieron cinco: Paz, Eusebia, Juliana, y Eusebio y Sabino que fueron martirizados con su madre. Los padres de Raimunda eran católicos practicantes por lo que la educaron en la fe católica. Ejemplar en el comportamiento con sus padres, su vida era correcta con toda la vecindad. Con todos trataba y con todos se llevaba bien. Era una mujer sencilla, humilde, servicial, trabajadora y muy piadosa. Asistía con frecuencia a la Santa Misa.

  Era muy piadosa y buena, ejemplo de resignación cristiana y de moralidad, habiendo llevado una vida de mártir (ya que su esposo, muy distinto a ella y que se oponía a que educase a los hijos cristianamente y los llevase a Misa, la maltrataba continuamente. Ella lo ofrecía todo a Dios). Cuando la detuvieron fue sacada del pueblo muy escoltada por caballos, “como si fuera algo grande”, junto con su hijo Sabino. La llevaron por cerros y barrancos, sin comer ni beber, para buscar a su hijo Eusebio, diciéndoles ella: “¡Matadme a mí, pero dejad a mi hijo!”. La insultaban y ella iba cantando el Rosario en alta voz, imperturbable. Al no encontrar al hijo que buscaban porque estaba detenido en Guadalajara, los milicianos del pueblo mataron a la madre y al otro hijo a pesar de que ella pedía a los asesinos piedad para éste: “¡Dejad a mi hijo, que no ha hecho nada!”. Murió con la ejemplar resignación del mártir por la fe, por la piedad y por la Patria”.

Su hija Paz, de noventa y cuatro años explicaba: Los milicianos nos detuvieron a mi madre y a mí, teniéndonos en la iglesia convertida en cárcel. Yo tenía mucho miedo y mi madre me decía que era el mejor sitio donde nos podían llevar y que rezara mucho. A las veinticuatro horas nos soltaron. Ocho días más tarde detuvieron de nuevo a mi madre, esta vez con su hijo Sabino, mi hermano. Todos los días los sacaban por el campo para buscar a su otro hijo, Eusebio, que junto con un grupo de hombres de Zarza de Tajo, animados por él, había impedido unos meses antes que robaran y quemaran el templo parroquial. Como no lo encontraban, volvieron a llevarla a su casa. Pero dos días después, la encarcelaron de nuevo con su hijo Sabino. Al día siguiente llegaron al pueblo tres o cuatro camiones de milicianos sólo con la intención de detenerla con su hijo Sabino para que les ayudaran a encontrar a su otro hijo, Eusebio. Al día siguiente los llevaban a la iglesia de Belinchón. Ella, que era muy devota del Santo Cristo, deseaba llegar para rezarle, como tantas veces lo había hecho. Siempre animaba a su hijo a tener fe y a rezar. Los milicianos le repetían una y otra vez que ya no criaría más hijos católicos. Ella rezaba el Rosario (todos los días lo rezaban en la casa). Pararon el camión en las “Emes de Belinchón”. Les mandaron bajar y que caminasen hacia la iglesia. Y caminando hacia la iglesia los fusilaron. Los milicianos se acercaron para ver si estaban muertos y ella, con el último soplo de su vida, dijo: ¡Dios mío, perdónalos, que no saben lo que hacen!

Fueron sus últimas palabras. Tenía cincuenta y un años cuando murió”.

Murió asesinada el 22 de agosto de 1936 en las “Emes de Belinchón” por ser una buena madre católica. La mataron por odio a la fe cristiana. Sus familiares y paisanos la tienen como mártir y piden su beatificación.