José María Ortega Montalbán

José María Ortega Montalbán

Miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl

 

Nació en Cuenca el día 9 de diciembre de 1390. Casado con Ana María de San Julián. Tenía cuatro hijos: Lorenza, Jesús, Carmen y José María. Tenía el oficio de carpintero.

Era católico práctico miembro activo de la Conferencia de San Vicente de Paúl de los Padres de Familia y propagandista entusiasta de las Hermandades y Asociaciones religiosas, habiendo sido fundador de las cofradías de Nuestra Señora de las Angustias y de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol en la parroquia de El Salvador. Patriota abnegado de laboriosidad y honradez intachable cooperó a la fundación de la Agrupación Ciudadana y Agraria. Y en las elecciones del año 1932, fue elegido Concejal por gran mayoría de votos defendiendo siempre en el Ayuntamiento la representación de los católicos y persona de orden.

El 5 de septiembre, en plena persecución religiosa, fue detenido en su domicilio y conducido al Comité del Frente Popular quien ordenó su encarcelamiento que duró hasta el 29 del mismo mes, en que por orden de la autoridad judicial fue puesto en libertad.

Mientras tanto los milicianos clausuraron su taller después de haberlo saqueado y robado llevándose bancos, herramientas y todo lo demás. Poco tiempo después, tres milicianos de la Columna del Rosal, portadores de una orden de detención firmada por el Gobernador Civil de la provincia, lo detuvieron nuevamente, conduciéndolo al Seminario convertido en cárcel donde al anochecer del día 1 de enero de 1937 quedó incomunicado siendo asesinado al día siguiente en el cementerio de Cuenca donde fue sepultado el cadáver. Murió asesinado el 2 de enero de 1937, en las tapias del cementerio de Cuenca, sólo por ser católico y hombre de bien dando testimonio de su fe católica.

German Olarieta Crespo

Presidente del Tribunal de menores de Cuenca y veterano de la adoración nocturna

 

Nació, en Cuenca, el día 28 de mayo de 1894. Casado con Aurelia González Escudero. Tenía siete hijos: Antonio, Dolores, Miguel, Juliana, Germán, Socorro y Antonio.

  Era maestro, oficial de prisiones y presidente del Tribunal de Menores.

Don Germán era veterano de la Adoración Nocturna, instructor de la juventud Franciscana, secretario de la Asociación de Padres de Familia, socio de la conferencia de San Vicente de Paúl, miembro de varias cofradías, periodista y corresponsal de la prensa católica.

En todas partes actuaba como quien era: católico de piedad profunda, activo sin descanso, honrado sin sombra de mancilla, apacible y candoroso, que a todo el mundo complacía y sólo hacía bien. Como era oficial de prisiones en la cárcel, todos los presos lo alababan y siempre le guardaban cariño.

La persecución religiosa llegó a su persona. La misma tarde del día en que fue asesinado, al despedirse de su esposa y de sus hijos, que iban a rezar el Santo Rosario como de costumbre, cuando fue detenido, les dijo: “Yo, no solo rezo el Rosario sino también otras cosas por la salvación de España”.

Cuando los milicianos lo sacaron de la cárcel, adivinando la intención que tenían de asesinarlo, se despidió de sus compañeros de cárcel con estas palabras: “¡Adiós, hasta la eternidad!”. Pocos minutos después, resonaron los tiros del martirio. Murió asesinado el día 15 de agosto de 1936, a las doce de la noche, en el camino de San Isidro, cerca de la cárcel de Cuenca, por ser católico y por odio a la fe. En Cuenca se recuerda su muerte y es considerado mártir de la Iglesia Católica.

José García Mochales-Smith

Párroco de Fuente de Pedro Naharro

 

 

D. José García- Mochales Smith, nació el día 6 de enero de 1875 en Corral de Almaguer, provincia de Toledo. Sus padres se llamaban: Raimundo, farmacéutico del pueblo, y Rosa. Tuvo cuatro hermanos: Remedios, Narciso, Dolores y Blas.

  Fue párroco de Fuente de Pedro Naharro donde le sobrevino la muerte. Se distinguió por ser muy trabajador, celoso y caritativo en extremo.

Cuando ya era generalizada la persecución religiosa, el día 3 de septiembre de 1936, a las seis de la tarde, se presentaron tres milicianos en su domicilio en el que vivía con su hermana Remedios y le dijeron: “Pepe, vamos a dar un paseo”. Él, sabiendo a lo que venían, les pidió unos minutos para cambiarse de zapatillas y le dijeron: “No necesitas zapatos a donde vamos…”. No obstante, tuvo un momento para dejar a su hermana unas letras de despedida.
Estuvo toda la noche encerrado, y de madrugada lo condujeron hasta cerca de Belinchón y en la cuneta de la carretera lo asesinaron. Era el 4 de septiembre de 1936. Encadenado a otros siete hombres, suplicó a sus verdugos: “Matadme a mí que no tengo hijos que me esperen, pero dejad libres a estos padres de familia, yo os perdono”. Suplicó en vano. Recibió un culatazo que le aplasto el cráneo. Todos fueron fusilados.

Su cadáver fue enterrado en el mismo lugar del martirio. El 8 de julio de 1939, finalizada la Guerra Civil, sus restos fueron trasladados a la iglesia de Corral de Almaguer, Toledo, donde permanecen enterrados.
Su sobrina carnal nos cuenta que al comenzar la guerra y ante la violencia que iban tomando los acontecimientos, sus padres le insistieron que se fuera con ellos a Santander, donde ellos residían, para proteger su vida. Él rehusó anteponiendo sus convicciones y su labor ministerial y de compromiso cristiano con su parroquia. 
Parece ser que murió alabando al Señor con la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, devoción que le acompañó durante toda su vida. Fue asesinado sólo por ser sacerdote y por odio a la fe católica. Se recuerda su muerte y tiene fama de mártir.

Eusebio García-Cuenca Parra

Carpintero y herrero 

 

 El Siervo de Dios Eusebio García-Cuenca Parra nació el día 30 de marzo de 1913. Su oficio era de carpintero y herrero. Hijo de Gregorio García Cuenca y de Reimunda Parra Belinchón, que fue asesinada junto a otro  hijo, Sabino. Lo educaron  sus padres bajo las directrices de sus sanos y firmes  principios cristianos, así como sus buenas costumbres. Asistía a la santa Misa casi diariamente, recibía la Sagrada Comunión  con gran fervor y se distinguió entre los suyos por su formalidad, honradez y piedad. Nunca faltó a  Misa   los domingos y días de fiesta.

 Pertenecía a las hermandades de San Antonio y del Santísimo. Gozaba de sólida formación religiosa,  era muy valiente, trabajador y decidido. Cuando lo detuvieron lo llevaron a la cárcel de Guadalajara, donde estuvo hasta el día 24 de agosto, que lo asesinaron, entregando su vida por Dios y por España.

 Paz, su hermana, declaró: “Con diecisiete años, y con mucho cariño y respeto, talló un altar y un retablo de madera para la Milagrosa”.

 Unos meses antes de comenzar la guerra, vino una comisión  del pueblo de Santa Cruz  de la Zarza, para quemar el Templo Parroquial. El Siervo de Dios formó un grupo de personas semejantes a él e impidieron tal atrocidad, pero desde entonces estaba señalado.

 Al poco tiempo de empezar la guerra, se fue hacia Guadalajara con tres primos suyos, José, Saúl y Cruz, que también fueron asesinados. Todos sabían que los buscaban para matarlos, desde el momento en que impidieron que quemaran el Templo Parroquial. Antes de llegar a Guadalajara los milicianos los detuvieron. El Siervo de Dios, Eusebio, llevaba un Detente del Sagrado Corazón de Jesús (pequeño emblema) en el bolsillo y los milicianos creyeron que eran frailes.

 Los llevaron a la cárcel de Guadalajara y a los ocho días los trasladaron a la carretera de La Almudena, en Madrid, donde los fusilaron. Están enterrados los cuatro en la Cruz de los Caídos del Cementerio de Vicálvaro.

 Murió, asesinado, el día 24 de agosto de 1936, en la carretera de La Almudena, Madrid, por ser católico y defender la religión católica, a los 24 años de edad.      

 

Cayo Guijarro Delicado

Párroco de Vara del Rey 

 

En un pueblo de la provincia de Cuenca, a unos cuarenta kilómetro de la ciudad,  San Lorenzo de la Parrilla, nació el día 4 de marzo de 1903 el Siervo de Dios, D. Cayo Guijarro Galindo, Sacerdote. Hijo de D. Felipe y Dª. Manuela

Desde muy niño había sentido vocación al sacerdocio, toda su ilusión  era ser sacerdote. El Señor se lo concedió y, el día 2 de junio de 1928, fue ordenado presbítero. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca.

 Fue un sacerdote muy piadoso, ejemplar, celoso por la salvación de las almas y buen orador sagrado, conocido por muchas gentes; llevó una vida recogida, muy sencillo, tanto que nunca dio motivos para que se fijasen en él.

 Desarrolló su ministerio sacerdotal en varias parroquias, entre ellas: Campillos de Altobuey, Almendros, Fuentelespino de Haro, Villagarcía del Llano y Vara del Rey. En esta última fue detenido por los milicianos, cuando se inició la persecución religiosa, y lo llevaron a la Cárcel Provincial de Cuenca, de donde salió  a los pocos días. Sus afanes apostólicos fueron interpretados  como actividades subversivas.

  D. Cayo, tuvo que refugiarse en el mes de agosto de 1936, en una casa de campo, donde lo descubrieron los milicianos, cansados de buscarlo con ánimo violento y airado. Fue maltratado de forma bárbara y después lo asesinaron. Su cadáver lo rociaron con gasolina, le prendieron fuego, pero no ardió, lo enterraron en una cuneta de la carretera, entre Iniesta y Villagarcía del Llano. Sus restos,  exhumados en el año 1939, fueron trasladados al cementerio de San Lorenza de la Parrilla, su pueblo natal.

 

 

El Siervo de Dios, D. Cayo Guijarro Delicado, murió asesinado el día 9 de septiembre de 1936 en el término municipal de Iniesta, Cuenca, tan solo, por ser sacerdote  y por odio a la fe de la Iglesia Católica. Desde siempre ha gozado de fama de mártir.

 

Rufino García Mena

Párroco de Barchín del Hoyo

 

 

Nació el día 15 de noviembre de 1906. Era natural de La Almarcha. Murió asesinado el día 28 de abril de 1937 en Guadalaviar (Teruel) al tratar de pasar a las filas nacionales con su hermano Julio. Padres: Pedro Tomás García y Dorotea Mena. Hermanos: María, Fernando, Julio (que murió junto a su hermano y sacerdote Rufino), Petra, Angustias (se hizo religiosa en agradecimiento porque un hermano suyo y su padre salvaron la vida durante la contienda), Purificación, Rufina y Margarita. 

 
Formaban una familia de agricultores en La Almarcha, de hondas raíces cristianas; rezando el Rosario en familia y participando de los actos religiosos que se organizaban en la Parroquia. Pese a ser advertido por familiares y amigos de que corrían tiempos difíciles, Rufino cantó misa el día 17 de marzo de 1931. Cuando estalla la guerra ejerce como párroco en la localidad conquense de Barchín del Hoyo. 

Perseguido por ser sacerdote huyó por la parte trasera de su casa en un registro de los milicianos llegando primero a Honrubia y pasando después a Barchín del Hoyo, en cuyo término municipal estuvo escondido en el Pinar de Nabodres. Las gentes del pueblo les llevaban comida a él a su hermano y a su padre pero al descubrirse que había un sacerdote escondido en el Pinar tuvieron que huir, consiguiendo escapar solamente su padre. El día 25 de abril de 1937 fue asesinado junto con su hermano Julio en el término de Guadalaviar (Teruel) donde fueron enterrados. 

El sacerdote goza de fama de santidad, tanto por su vida como por su muerte, conociéndose que el motivo de la misma fue por su carácter sacerdotal.

Sabino García-Cuenca Parra

Herrero 

 

El Siervo de Dios, Sabino García-Cuenca Parra, era natural de Zarza de Tajo, Cuenca, nació el día 9 de febrero de 1918, como su hermano Eusebio era herrero de oficio, hijo de Gregorio y de Reimunda, murió asesinado junto a su madre. Vivió siempre muy unido a su madre y llevó su misma vida cristiana. Ya desde pequeño se distinguió por su vida religiosa. Era hermano de la Cofradía de San Antonio y de la Hermandad del Santísimo.

 Fue un joven entregado a Dios, como manifiestan sus santas costumbres, muy piadoso y caritativo, Brillaba en él el bien que hacía a cualquier persona. Los milicianos lo  detuvieron junto con su querida madre. Ambos, madre e hijo, fueron asesinados en la carretera de Belinchón, en el lugar llamado las “Emes de Belinchón”.

 El Siervo de Dios Sabino, en el tiempo que duró su asesinato, rezaba y pedía auxilio a su madre y al Corazón de Jesús. Lo asesinaron el día 22 de agosto de 1936 a las dos y media de la tarde en las Emes de Belinchón, por ser ferviente católico y practicante como su madre y su hermano Eusebio, que también fue asesinado, dos días después, el 24 de agosto de 1936 en la carretera de la Almudena, Madrid. A los tres se les ha tenido siempre con fama de mártires.

Fray Mateo de la Hera Cabeza O.S.A.

Agustino de la Comunidad de Uclés

 

El hermano Mateo nació el 21 de septiembre de 1904 en Vañes, de la provincia de Palencia y diócesis de León. La localidad ha quedado sepultada por las aguas del pantano de la Requejada. Sus padres, hombres de profunda fe, se llamaban Eugenio y Basilia.

Su ingreso en la Orden agustiniana fue tardío, y lo hizo en el Colegio-seminario de Uclés (Cuenca) bajo la modalidad de religioso-no clérigo. Poco tiempo después se trasladó al Monasterio de “Santa María” de la Vid (Burgos), donde completa los tres años de preparación al Noviciado. Durante ese trienio su principal tarea fue la de encuadernador, previo el correspondiente aprendizaje, durante algún tiempo. Más tarde, en tierras conquenses, trabajará como carpintero.

Hombre alto y delgado, profundamente piadoso, sencillo, humilde, serio, poco hablador, activo en el trabajo… Su sola presencia edificaba a cuantos lo veían. “Mi ilusión, comentaba, es volar al cielo con la gracia singular del martirio”. ¿Premonición? Es posible. Esto lo decía precisamente en aquellas jornadas luctuosas de la persecución religiosa durante la República. El Señor debió escuchar sus deseos pues los superiores lo devolvieron al Monasterio manchego de Uclés donde vistió el hábito agustiniano el 28 de noviembre de 1932. Vive con gran fervor el año de noviciado y hace la oblación de su vida a Dios con la profesión de votos temporales el 29 del mismo mes de 1933. Casualidad o decisión divina, este acto tuvo lugar en la fiesta del Beato Federico de Ratisbona, patrono entonces de los hermanos de obediencia a quien se propuso imitar con la sencillez y el amor a la Eucaristía.

  Así las cosas, encontrándose en la comunidad conquense, disfrutando de la paz y recogimiento conventuales, le sorprendió la guerra civil española el 18 de julio de 1936. El 24 tuvo que abandonar el convento con todos los religiosos, acogidos luego por los buenos vecinos del pueblo. Pero al iniciarse la búsqueda de los religiosos y terminar algunos con sus vidas, el 28 de julio abandonó Uclés en busca de lugar más seguro camino de Paredes (a unos 13km de Uclés). Sería su intención dirigirse a Cuenca o a Madrid como lo harían otros pero terminando muchas veces en tragedia.

Cuenta el P. Santos Merino que el 29 de julio, huyendo del Seminario él y varios jóvenes más, al acercarse a Paredes “unos labradores les hicieron notar la improcedencia de caminar de día por allí donde, si en los autos que pasaban iban milicianos, podían ser muertos en el acto, como hicieron el día anterior con un fraile de Uclés a quien verlo y fusilarlo fue todo uno”. Por los datos que aportaban, se referían sin duda alguna al hermano De la Hera, pues coincidían en todo con su vestido y persona.

Manuel Laplana Torres

Beneficiado de la S. I. Catedral

Nació el día 26 de abril de 1895, en Secastilla, Huesca.

  Este buen sacerdote llegó a Cuenca de la mano de su tío el Beato Cruz Laplana y Laguna, Obispo de Cuenca, al que acompañó y asistió con gran fidelidad como mayordomo.

Pasados unos años de estancia en esta Diócesis, fue nombrado Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral Basílica.

Iniciada la persecución religiosa, compartió los padecimientos y malos tratos que el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo padeció. Al ser recluido en el Seminario el Sr. Obispo, también D. Manuel lo fue. Allí se encontraba la noche del día 7 al 8 de agosto de 1936, cuando el Sr. Obispo fue sacado del Seminario para darle muerte. Don Fernando Español, su familiar, le acompañó hasta el martirio; pero D. Manuel no se enteró de lo que había pasado aquella noche. Por eso, “Por la mañana del día 8 se enteró mosén Manuel, el mayordomo del Señor Obispo de Cuenca, de que los milicianos se habían llevado, por la noche, al Prelado y a su familiar. Decía con mucho sentimiento: ¡Ay, cuánto siento no haberme apercibido yo de que se los llevaban y me hubiera ido con ellos!… Confío que no les habrá pasado nada malo”.

El día 10 de agosto recibió mosén Manuel la visita de dos milicianos, uno de los cuales decía que era de Barbastro y le conocía; por eso le prometió un salvoconducto y la salida del Seminario. En realidad sólo querían reconocerlo y saber dónde estaba para llevárselo por la noche. En la cena decía mosén Manuel: “Esta tarde he rezado el viacrucis con más fervor que nunca….Ya estoy preparado para todo” y dirigiéndose a las religiosas que habían hecho la cena, les dijo: “¿Qué quieren las cocineras para el Cielo?…. ¡Qué bien se estará en el Cielo! ¡Qué día tan hermoso es hoy para sufrir el martirio, la fiesta de San Lorenzo!”.

Se dice que cuando lo sacaban del Seminario de Cuenca, a media noche del día 10 de agosto, preguntó a los milicianos: “¿Se puede saber dónde me llevan?”. Y otro sacerdote respondió: “Vamos a la muerte, vamos al martirio por Dios y por España”. 

Al amanecer del día 11 de agosto, el cadáver del Beneficiado de la Catedral de Cuenca, don Manuel Laplana Torres, yacía exangüe, de un tiro en la cabeza, en el lado derecho del camino que va de la ciudad al cementerio. Después fue enterrado en el mismo cementerio. Lo mataron por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo.

 

 

Juan Bautista Martínez Martínez

Beneficiado de la Catedral y mayordomo del Seminario

 

 

Nació, en Peñalén (Guadalajara), el día 14 de febrero de 1875. Sacerdote. Sus padres eran José y María. Tenía ocho hermanos: Mariano, Augusto, Claudio, Antonio, María, Francisco, Fernanda y José. Su familia estaba consagrada al Corazón de Jesús.

  Beneficiado de la Catedral y mayordomo del Seminario. Anteriormente había sido fraile por falta de ingresos para entrar en el Seminario.

Don Juan Bautista, Sacerdote ejemplar, noble y generoso, fue, en todo momento, exacto cumplidor de sus deberes. Vestía pobremente. Desempeñó la cura de almas en diversos destinos, con el mayor celo, captándose el respeto y el cariño de sus feligreses por su caridad, su prudencia y su carácter siempre amable. Los muchachos del Seminario, con quien cenaba el Siervo de Dios, lo querían mucho.

Llegó al Seminario ya en 1926, y alternando con el coro de la Catedral, desarrolló tareas económicas y clases de Latín, en el Seminario, hasta 1936. Al iniciarse la persecución religiosa, se encontraba en el Seminario, con el señor Obispo, de donde fue trasladado al hospital, por haber enfermado al ver las vejaciones hechas por los milicianos al señor Obispo. Su hermano, temiendo la suerte que le estaba reservada, quiso llevárselo consigo, pero él se negó a seguirle, diciendo: “No quiero huir, porque no quiero traicionar mi cargo y mi fe…”, “Si muero, nunca estoy mejor preparado que ahora…”, “No quiero perder la ocasión del martirio…”.

Del hospital de Santiago fue llevado, como ensimismado y fuera de sí, con 42 grados de fiebre, hasta el cementerio, donde lo asesinaron por Dios y por España. Murió asesinado atado a un árbol porque no aguantaba de pie, a causa de la fiebre, el 28 de agosto de 1936, junto a las tapias del Cementerio de Cuenca, por ser sacerdote y por odio a la fe.