Fray Mateo de la Hera Cabeza O.S.A.

Fray Mateo de la Hera Cabeza O.S.A.

Agustino de la Comunidad de Uclés

 

El hermano Mateo nació el 21 de septiembre de 1904 en Vañes, de la provincia de Palencia y diócesis de León. La localidad ha quedado sepultada por las aguas del pantano de la Requejada. Sus padres, hombres de profunda fe, se llamaban Eugenio y Basilia.

Su ingreso en la Orden agustiniana fue tardío, y lo hizo en el Colegio-seminario de Uclés (Cuenca) bajo la modalidad de religioso-no clérigo. Poco tiempo después se trasladó al Monasterio de “Santa María” de la Vid (Burgos), donde completa los tres años de preparación al Noviciado. Durante ese trienio su principal tarea fue la de encuadernador, previo el correspondiente aprendizaje, durante algún tiempo. Más tarde, en tierras conquenses, trabajará como carpintero.

Hombre alto y delgado, profundamente piadoso, sencillo, humilde, serio, poco hablador, activo en el trabajo… Su sola presencia edificaba a cuantos lo veían. “Mi ilusión, comentaba, es volar al cielo con la gracia singular del martirio”. ¿Premonición? Es posible. Esto lo decía precisamente en aquellas jornadas luctuosas de la persecución religiosa durante la República. El Señor debió escuchar sus deseos pues los superiores lo devolvieron al Monasterio manchego de Uclés donde vistió el hábito agustiniano el 28 de noviembre de 1932. Vive con gran fervor el año de noviciado y hace la oblación de su vida a Dios con la profesión de votos temporales el 29 del mismo mes de 1933. Casualidad o decisión divina, este acto tuvo lugar en la fiesta del Beato Federico de Ratisbona, patrono entonces de los hermanos de obediencia a quien se propuso imitar con la sencillez y el amor a la Eucaristía.

  Así las cosas, encontrándose en la comunidad conquense, disfrutando de la paz y recogimiento conventuales, le sorprendió la guerra civil española el 18 de julio de 1936. El 24 tuvo que abandonar el convento con todos los religiosos, acogidos luego por los buenos vecinos del pueblo. Pero al iniciarse la búsqueda de los religiosos y terminar algunos con sus vidas, el 28 de julio abandonó Uclés en busca de lugar más seguro camino de Paredes (a unos 13km de Uclés). Sería su intención dirigirse a Cuenca o a Madrid como lo harían otros pero terminando muchas veces en tragedia.

Cuenta el P. Santos Merino que el 29 de julio, huyendo del Seminario él y varios jóvenes más, al acercarse a Paredes “unos labradores les hicieron notar la improcedencia de caminar de día por allí donde, si en los autos que pasaban iban milicianos, podían ser muertos en el acto, como hicieron el día anterior con un fraile de Uclés a quien verlo y fusilarlo fue todo uno”. Por los datos que aportaban, se referían sin duda alguna al hermano De la Hera, pues coincidían en todo con su vestido y persona.

Luis Herráiz y Rodríguez Monge

Párroco de Tribaldos

El Siervo de Dios, D. Luis Herráinz, hijo de  francisco y Casimira, natural de Tribaldos, Cuenca, nació el día 8 de octubre de 1872. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca, fue ordenado sacerdote el año 1895. Estuvo de  Párroco en Huerta de la Obispalía. En los años 1904 a 1916 ejerció su ministerio sacerdotal como Párroco en Saelices y el año 1917 en su pueblo natal, Tribaldos, Cuenca, donde le cogió la persecución religiosa en España.

Fue un Sacerdote ejemplar por su fervorosa piedad y su gran testimonio en la práctica de la caridad, en cuya virtud sobresalió con creces, tanto que gozaba de una reconocida fama de santidad ante sus superiores y ante aquellos que tuvieron la dicha de convivir con él. Muy amante de las vocaciones sacerdotales, sostenía una beca en el Seminario Conciliar de San Julián de la Diócesis de Cuenca.

Las juventudes marxistas y el comité, fuertemente armados, el día 4 de septiembre de 1936, después de sitiar el pueblo, lo detuvieron y lo maltrataron con insultos y golpes, en el camino hasta la Iglesia, donde estuvo encerrado junto a su primo Luis Morillas, también asesinado, hasta las últimas horas de la tarde, en que se lo llevaron en un coche a las Emes de Belinchón, Cuenca, lugar donde lo asesinaron, el día 4 de septiembre de 1936.

Antes de morir perdonó a sus verdugos. El motivo único de su muerte fue su carácter sacerdotal y el odio a la fe católica.

El pueblo entero de Tribaldos y todos los que lo conocieron, lo consideraron y siguen  hoy considerándolo mártir.  

 

 

 

 

Juan Bautista Martínez Martínez

Beneficiado de la Catedral y mayordomo del Seminario

 

 

Nació, en Peñalén (Guadalajara), el día 14 de febrero de 1875. Sacerdote. Sus padres eran José y María. Tenía ocho hermanos: Mariano, Augusto, Claudio, Antonio, María, Francisco, Fernanda y José. Su familia estaba consagrada al Corazón de Jesús.

  Beneficiado de la Catedral y mayordomo del Seminario. Anteriormente había sido fraile por falta de ingresos para entrar en el Seminario.

Don Juan Bautista, Sacerdote ejemplar, noble y generoso, fue, en todo momento, exacto cumplidor de sus deberes. Vestía pobremente. Desempeñó la cura de almas en diversos destinos, con el mayor celo, captándose el respeto y el cariño de sus feligreses por su caridad, su prudencia y su carácter siempre amable. Los muchachos del Seminario, con quien cenaba el Siervo de Dios, lo querían mucho.

Llegó al Seminario ya en 1926, y alternando con el coro de la Catedral, desarrolló tareas económicas y clases de Latín, en el Seminario, hasta 1936. Al iniciarse la persecución religiosa, se encontraba en el Seminario, con el señor Obispo, de donde fue trasladado al hospital, por haber enfermado al ver las vejaciones hechas por los milicianos al señor Obispo. Su hermano, temiendo la suerte que le estaba reservada, quiso llevárselo consigo, pero él se negó a seguirle, diciendo: “No quiero huir, porque no quiero traicionar mi cargo y mi fe…”, “Si muero, nunca estoy mejor preparado que ahora…”, “No quiero perder la ocasión del martirio…”.

Del hospital de Santiago fue llevado, como ensimismado y fuera de sí, con 42 grados de fiebre, hasta el cementerio, donde lo asesinaron por Dios y por España. Murió asesinado atado a un árbol porque no aguantaba de pie, a causa de la fiebre, el 28 de agosto de 1936, junto a las tapias del Cementerio de Cuenca, por ser sacerdote y por odio a la fe.

Juan Benito Martínez-Soriano López-Girón

Párroco de Villamayor de Santiago

 

Don Juan Benito nació en Mota del Cuervo, Cuenca, el día 6 de mayo de 1879.

Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Cuenca siendo ordenado sacerdote el año 1901. Murió asesinado el 15 de agosto de 1936 en la carretera de Saelices.

Hijo de padres pobres, pero muy honrados y piadosos, pudo terminar su carrera a costa de ayunos y sacrificios sin cuento de los mismos. Estaba adornado de todas las virtudes evangélicas. En el ministerio sacerdotal, antepuso el deber a todo lo demás, por lo que era respetado por todos sus feligreses, que le apreciaban y querían. Era pacificador de los que reñían, conciliador de los enemigos y el sostén de los pobres. Siempre estaba alegre, dando alimento a los que lo necesitaban, trabajaba duramente y fortalecía a los demás con los buenos ejemplos de su resignación y confianza en Dios.
Inició el ministerio sacerdotal en Las Mesas el año 1901; y en 1904 pasó a Mota del Cuervo como Coadjutor, para ser nombrado Cura Párroco de Santa María de los Llanos en 1916, y, por fin Párroco de Villamayor de Santiago, Cuenca, en el año 1930, tomando posesión el día uno de enero de 1931, siendo recibido por el pueblo entero con gran entusiasmo y mostrándole toda clase de afecto y cariño. Pero allí encontraría la muerte. En todo momento se mostró como el padre de sus feligreses, pues les resolvía las dudas, les gestionaba sus asuntos, les consolaba en sus penas.

  Pero llegó el año 1936. Corría el 16 de febrero cuando comenzaron las persecuciones y molestias, presagio de la tragedia que venía deprisa. Ante esta situación, el 19 de julio hizo una exhortación a los socialistas en la iglesia para que la respetaran, y ellos lo oyeron en silencio. A los seis días pusieron guardias a la puerta de su casa para que nadie entrara, y por la noche la registraron, sin encontrar armas u otros objetos, por los que pudieran acusarlo de algún mal.

El 29 de Julio se presentaron con un coche dos milicianos forasteros, armados con fusil y pistolas, quisieron llevárselo pero no lo hicieron por las súplicas que les dirigieron los del pueblo. Aquellos días no dejaba de rezar, daba ánimo a su sobrina y al que trabajaba en la casa, diciéndoles: “No temáis… ¿Qué puede pasarnos?… ¿Que nos maten?… Mirad a los apóstoles: cuando iban a morir, estaban contentos por haber tenido la dicha de ser elegidos para padecer por Cristo”. Otro día, hablando de lo que se debía hacer después de la guerra dijo: “No hay que pensar en venganzas, sino en hacernos mejores: que todos tenemos culpa en estas calamidades, que Dios ha permitido para nuestro castigo”. En agosto arreció la persecución religiosa de forma especial. El 5 de agosto de 1936, se lo llevaron preso junto con su sobrina a la cárcel instalada en el convento de las monjas, encerrándoles separados en celdas opuestas. Durante los diez días de prisión D. Benito fue maltratado bárbaramente e insultado sarcásticamente. Le dieron una terrible paliza para que les dijera dónde tenía el dinero y para que blasfemara del santo nombre de Dios; sólo dijo dónde estaba el poco dinero que poseía; pero no fue posible hacerle blasfemar.
Y llegó el día 15 de agosto. Lo montaron en un coche y no muy lejos de su parroquia querida, en la carretera de Saelices, le mandaron bajar, lo que hizo tan humilde como valientemente, y comenzó a exhortar a los milicianos, hasta que uno de ellos gritó diciendo: “Tiradle a este tío que nos convence…”. Y él replicó: “Sí; si matáis alguno, que sea yo; dejad a estos, que son padres de familia”. Después dio la absolución a todos sus compañeros de martirio, y dando vivas a Cristo Rey, murió por ser sacerdote y por odio a la fe, por lo que es considerado por todos como un verdadero mártir. Cuando fueron exhumados sus restos, en su cadáver aparecieron huellas de profanación y saña. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Villamayor de Santiago.

 

 

 

Ovidio Martínez González

Párroco de Torrecilla

 

Don Ovidio, sacerdote, nació en Cuenca el día 1 de abril de 1906. Era hijo de Leandro Martínez Lerín y Petra González Gascueña. Tenía seis hermanos: Petra, Obdulio (que murió al poco de nacer), Obdulio, Aurelio, Adela y Elisa. 

Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Cuenca. Recibió el Orden Sacerdotal el año 1927, siendo nombrado Ecónomo de Torrecilla y, pasados unos años, Párroco del mismo pueblo. 

Fue un sacerdote ejemplar, celoso de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, muy caritativo y amante de los niños, desvelándose por enseñarles la doctrina cristiana y por hacerlos buenos, gozando siempre de fama de sacerdote virtuoso. 

Al iniciarse la persecución religiosa española fue buscado para darle muerte. Con su hermano sacerdote D. Gerardo del Olmo, Cura Ecónomo de Balsalobre, se ocultó por el campo y los montes huyendo de sus perseguidores. 
Por fin fueron sorprendidos por los milicianos, que los apalearon y atormentaron con todos los actos de tortura. Como veían que la muerte les vendría pronto se confesaron mutuamente. Cuando los milicianos se dispusieron a matarlos, los dos juntos dijeron en alta voz: “¡Viva Cristo Rey…! ¡Damos nuestra vida por Cristo…!, ¡Viva Cristo Rey! ¡Os perdonamos!”. No pudieron hablar más porque cayeron acribillados por las balas, muriendo en el acto. Sus cadáveres fueron quemados al día siguiente. 

Don Ovidio murió asesinado el día 22 de agosto de 1936 sólo por ser sacerdote y por odio a la fe de Cristo, a las ocho de la mañana, en el río Tajo, entre las provincias de Teruel y Cuenca, en el límite de Vega del Codorno (Cuenca) y Guadalaviar (Teruel). Siempre se le consideró mártir.

Eloy Martínez de Toro

Superior del Seminario San Julián de Cuenca

 

  Este sacerdote nació en Garcinarro, Cuenca, el día 25 de junio de 1900. 

  Sabemos que, a los trece años, comenzó a estudiar el Bachillerato, ingresando en el Seminario de San Julián de Cuenca cuatro años después. 


Según los datos, que constan en el Seminario, fue ordenado sacerdote el año 1920. Después pasó al Seminario de Toledo, donde se doctoró en Sda. Teología. A partir de esta fecha, desempeñó, hasta su muerte, los cargos de Superior y Profesor de Filosofía y Física del Seminario de San Julián de Cuenca. Al mismo tiempo siguió los estudios superiores en la Universidad de Valencia, donde alcanzó la licenciatura en Filosofía y Letras. Trabajó como sacerdote en la Parroquia de El Salvador, sien siempre un sacerdote que no buscó bienes materiales ni honores terrenos, siempre dispuesto a dar su vida por Dios y por su sacerdocio. 

Gran entusiasta de la formación y educación de los jóvenes, organizó en Cuenca la Asociación de Estudiantes Católicos, la de los Padres de Familia y fundó el Colegio «Fray Luis de León», junto con los Hermanos Maristas. 
Cuando la persecución religiosa se había generalizado en toda la provincia y diócesis de Cuenca, los miembros del Comité

Rojo de Garcinarro persiguieron a este sacerdote paisano con gran saña y malicia, entregándole al Tribunal Popular de Cuenca, que lo absolvió «burlesca e irónicamente». Después impusieron a la familia una multa de 3.000 pesetas «para pagar a sus asesinos». Lo encerraron en los calabozos de la Jefatura de Seguridad, de donde lo sacaron para propinarle una tortura cruel durante dos días, pues fue sometido a duros e inimaginables golpes por todo su cuerpo e insultos ignominiosos hasta que le mataron con salvaje crueldad. Fue inhumado el cadáver en el Cementerio de Cuenca. El año 1940, fue exhumado su cadáver. Testigos, que presenciaron este hecho, afirman que el cadáver estaba incorrupto y en la caja había como un cubo de sangre líquida, como la que sale de las venas, cuando se pincha en ellas, y que echaron en la sepultura donde fue enterrado de nuevo en el Cementerio de Garcinarro (Cuenca). Fue asesinado el día 3 de enero de 1937, sólo por ser sacerdote y por odio a la fe católica. Tiene fama de mártir.

 

 

 

 

Manuel Langa Bustos

Párroco de Los Hinojosos de la Orden

Nació el 15 de agosto de 1869 en Almonacid del Marquesado, Cuenca. Era el primero de cuatro hermanos: Manuel, Josefa, María de las Virtudes y Dionisio. 

Después de terminar los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de San Julián, fue ordenado Sacerdote el año 1892, siendo destinado como regente de El Acebrón. A partir de 1904 fue Ecónomo de Tribaldos. En el año 1910 desempeñó la función de Párroco en La Hinojosa y en 1913 de Torrejoncillo del Rey. El año 1930 recibió el nombramiento de Párroco de Los Hinojosos de la Orden, Cuenca. 

  Celoso en extremo del cumplimiento de sus deberes sacerdotales, estuvo al frente de la parroquia de Los Hinojosos hasta que su avanzada edad y el delicado estado de salud no le permitieron cumplirlos, como era su deseo, trasladándose a El Pedernoso, donde su hermano D. Dionisio era párroco. 

  Al iniciarse la Guerra Civil y arreciar la persecución religiosa huyó con su mencionado hermano a Almonacid del Marquesado, su pueblo natal, buscando más seguridad; pero se inició la persecución contra él, viéndose obligado a refugiarse con su hermano en una choza de pastores, donde a causa de las privaciones y disgustos se agravó su estado de salud de manera que, enterados los dirigentes del pueblo, les autorizaron para que volvieran al pueblo con la promesa de que nada les pasaría. Ya en el pueblo fueron encarcelados, siempre diciéndoles que nada les pasaría. 

El día 25 de agosto de 1936 se presentaron unos camiones con milicianos de Tarancón y Saelices, los cuales, sin respetar su enfermedad, lo trasladaron al puente del río en Fuentidueña de Tajo (Madrid), donde lo asesinaron, habiendo demostrado hasta el último momento una asombrosa y ejemplar conformidad de la voluntad divina. Murió dando testimonio de su fe y de su sacerdocio.

 

 

Dionisio Langa Bustos

Párroco de El Pedernoso

 

 

Nació en Almonacid del Marquesado, Cuenca, el 28 de febrero de 1885. Era el tercero de cuatro hermanos: Manuel, Josefa y María de las Virturdes. 

  Cursó los estudios sacerdotales en el Seminario de Cuenca y, una vez terminados, fue ordenado Presbítero en el año 1910. Fue cura Párroco de Torrejoncillo del Rey (1910-1918), de El Masegar (1918-1925) y de El Pedernoso (1925-1936), primero como Cura Ecónomo y más tarde de Cura Párroco. 

D. Dionisio, por su humildad y espíritu caritativo era un modelo de sacerdote. Cuando estalló la revolución estaba de Párroco en El Pedernoso, población que era, en general, piadosa y cumplía los preceptos de la Iglesia. 

Vivía en dicho pueblo con una de sus hermanas y su hermano sacerdote D. Manuel, al que acogió fraternalmente debido a su avanzada edad y poca salud teniendo que marchar a su pueblo natal, Almonacid del Marquesado, por orden del comité y pensando que allí estarían más seguros. 

Al llegar a su pueblo se encontró con la hostilidad de sus paisanos pues en Almonacid del Marquesado había arreciado la persecución religiosa de forma especial. El 2 de agosto de 1936, al tener noticias de que al día siguiente llegaban milicianos forasteros, huyó con su hermano a una choza de pastores donde permanecieron cuatro o cinco días, al cabo de los cuales regresaron nuevamente al pueblo hasta que el día 18 se presentaron los del comité para detenerlo junto con su hermano diciéndoles que en la cárcel estarían más seguros, pues si venía gente extraña preguntando por los curas, al decir que estaban detenidos, nada les ocurriría. 

Así estuvo encerrado hasta el día 25 de agosto de 1936 en que se presentaron unos milicianos de Tarancón y Saelices y se llevaron a los dos hermanos al lugar indicado para darles muerte, el puente de Fuentidueña de Tajo (Madrid), sobre el río. Llegados allí fueron asesinados exclusivamente por su carácter sacerdotal. Murió asesinado el día 25 de agosto de 1936 en el puente de Fuentidueña, Madrid, sobre el río Tajo, exclusivamente por ser sacerdote y por odio a la fe católica. Se recuerda su muerte y goza de fama de mártir.

Nemesio Iborra Picazo

Párroco de Tarazona de la Mancha

 

 

Nació el día 19 de diciembre de 1868, en Requena, y descendía de una larga familia de comerciantes que vinieran de Torrente. Sus padres se llamaban Vicente y Ascensión. De su matrimonio nacieron Nemesio, el futuro sacerdote, Antonio, Luis, Telesforo, Florentino, María, Vicenta y Julia. Vivieron frente a la Parroquia del Salvador de Requena, hasta que se trasladaron a la Glorieta. Era miembro de la banda de música de Requena, e incluso actuó alguna vez después de haber ingresado en el Seminario, con permiso de sus Superiores. 

 
Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de Cuenca. Fue ordenado sacerdote el día 17 de febrero de 1894. Tomó parte en diversos concursos y obtuvo buenas parroquias. En 1897, tras haber estado un tiempo destinado a Los Corrales de Utiel, fue nombrado párroco de S. Antonio de Requena, donde vivió con su hermana Vicenta y su abuela. Fue confesor de las monjas de Requena, cuentan que decía: “las monjas son siete veces mujeres”. En 1909 consiguió la Parroquia de Aliaguilla, renunciando para seguir en San Antonio. En 1917 fue destinado a Villarejo de Fuentes, y en 1923, por permuta, fue a Villanueva de la Jara, donde aún le recuerdan como un muy buen sacerdote. Se lo daba todo a los pobres, y la familia temía que un día les diera hasta su comida. Sus hermanas participaban en los eventos parroquiales que organizaba. En 1930 fue nombrado párroco de Tarazona de la Mancha. 

Familiares suyos, en los meses anteriores al alzamiento, le aconsejaron que se fuera con ellos a Valencia, pero dijo que en el pueblo estaba bien porque era muy querido y porque era donde debía estar. Incluso rechazó ir a dar la Primera Comunión a una sobrina suya, para no dejar su puesto. Su familia le vio por última vez, el día 29 de junio en la celebración de la Misa de San Pedro, y durante ese día. 

Desde Albacete llegaron a Tarazona a buscarlo. Él fue sacado de su domicilio vestido con sotana y manteo, entró en el coche que le esperaba a la puerta de su casa y, con diez personas más, lo llevaron cerca de Rubielos Bajos, donde los mataron y luego quemaron sus cadáveres. Antes de morir fueron absueltos los compañeros de martirio por D. Nemesio. En Tarazona hay una fosa que recuerda a los martirizados y conserva los restos que quedaron. Su hermano Florentino también fue asesinado, sacándolo de casa con el pretexto de que habían encontrado el cuerpo de su hermano y debía ir a identificarlo. Murió acribillado por las balas al saltar del coche cuando se dio cuenta de que lo iban a matar.

Félix Huerta Bono

Párroco de Mira

 

 D. Félix Huerta Bono, natural de Puebla del Salvador, Cuenca, nació el día 20 de noviembre de 1876. Sus padres, Julián y  María, murieron muy jóvenes. El Siervo de Dios D. Félix cuando contaba veintidós años se quedó huérfano de madre, dos años más tarde murió su padre y desde entonces vivió bajo la tutela de su  tía materna, Tomasa Bono Lorente. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Francisco, hemipléjico; Anastasio que murió a los diecinueve años; Josefa que murió cuando tenía diez años y Félix, a quien el Señor  llamó al sacerdocio.

 El Siervo de Dios fue confirmado al cumplir los trece años, por el Obispo Dr. D. Juan María Valero. Estudió varios años en el Seminario menor de Almodóvar del Pinar, pasando después al Seminario de Cuenca, donde terminó los estudios eclesiásticos. Recibió el  Orden Sacerdotal el año 1905. Tuvo el nombramiento de Ecónomo de Arcos de la Sierra, Cuenca. Desempeñó el ministerio sacerdotal, como Párroco de El Peral, en el año 1917; En el año 1918 fue nombrado Párroco de Puebla de El Salvador y el año 1930 Párroco de Mira, donde se encontró con la persecución religiosa, siendo victima de la misma.

 En todas las parroquias, que tuvo a su cargo, fue un sacerdote ejemplar, siendo extremado su celo por la salvación de las almas, según afirman testigos que convivieron con él. Cuidó de forma especial la catequesis de niños y se preocupó en extremo por las vocaciones sacerdotales. Como fruto de su preocupación por las vocaciones ingresó en el Seminario Rafael Ruiz Correa.

 El 29 de julio de 1936, cuando la persecución religiosa crecía, con un salvoconducto facilitado por las autoridades revolucionarias, se trasladó a su pueblo natal, Puebla del Salvador. Un grupo de milicianos del pueblo, junto con otros de la llamada “Columna del Rosal”, el día 7 de noviembre de 1936, iniciaron la persecución del Siervo de Dios D. Félix Huerta Bono. Lo encontraron y lo detuvieron, lo metieron en la cárcel en el mismo pueblo hasta que el día 12 lo trasladaron a Cuenca y lo encarcelaron en la “Hacienda Vieja”; allí lo tuvieron hasta el día 18 de diciembre de 1936 que lo asesinaron, junto a las tapias del cementerio de Cuenca, al caer de la tarde. Fue enterrado en fosa común. Perdonó a los asesinos y pidió a Dios por el bien de España, antes de morir.

 Fue asesinado por ser sacerdote y por odio a la fe católica. Al acabar la guerra civil, sus restos mortales se trasladaron al cementerio de Puebla del Salvador, donde nació. Testigos allí presentes han dicho que el cuerpo se encontraba incorrupto, a pesar de que llevaba enterrado varios años. Ha tenido y tiene fama de mártir. El Pueblo le ha dedicado una calle, conservando con mucho cuidado y cariño la casa donde nació.