Olmeda de la Cuesta, es un pueblo pequeño, alegre, simpático, cristiano, como es nuestra Alcarria conquense.
Tiene sus fiestas con gozo y gentes, y sus días largos con su belleza sencilla, sus adornos preciosos, entre sus casas silenciosas, sin nadie pero acogedoras. El pueblo habla con su ser, hacer y vivir.
Su alcalde tiene muchas y preciosas ideas, a las que les solemos hacer eco todos. Adornar el pueblo, invitar a vivir en nuestra tierra a más gente.
Hemos tenido fiesta plantando olmos, que dan nombre a nuestro pueblo, y árboles distintos y de distintos lugares.
¿Podríamos plantar un olivo del huerto de Getsemaní de Israel? Comenzamos a llamar, buscar, y…»ya pueden venir por su olivo». Nos llamó un padre franciscano. Se nos hizo fiesta la noticia. Hicimos fiesta religiosa de recepción, recordando al Señor, su oración en el huerto de estos olivos, su amor y su sufrimiento. Lo entregamos a unos feligreses que lo cuidaran y, pasado el invierno, en cuaresma de 2019, 24 de marzo, tercer domingo de cuaresma, con más feligreses que en todo el año, celebramos nuestra eucaristía cuaresmal, con Jesús que viene a pedirnos fruto.
Con procesión fervorosa y alegre, llevamos nuestro infantil olivo, esqueje de los milenarios, a un mirador singular, al saliente de nuestro pueblo. Plantado en un alcorque, que lo espera contener aunque crezca mucho y, decorado por un artista que, con gusto y belleza, está engalanando espacios de nuestro pueblo.
La ramita de olivo, nos ayudará a pensar en Jesús y su amor por nosotros en la Pasión, nuestro oleo y crisma con el que fuimos ungidos en el bautismo, y hechos hijos de Dios.
Será uno más en nuestros olivares, como Jesús, que se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado.