V Aniversario de la Adoración Eucarística Perpetua en la ciudad de Cuenca

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El día 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, se cumplen cinco años de la apertura de la primera capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la diócesis de Cuenca, una fecha grabada en la memoria de los adoradores, y que cada año se celebra con una Hora Santa de Acción de Gracias presidida por nuestro obispo, D. José María.

En este aniversario nos hemos puesto en contacto con las coordinadoras de esta iniciativa, cuatro adoradoras responsables de la organización de los veinticuatro turnos de adoración que diariamente se suceden en la capilla, para interesarnos más sobre el origen y desarrollo de esta iniciativa apostólica.

¿Cómo surgió la idea de la capilla de adoración perpetua?

Teníamos noticias de esta modalidad de orar ante el Santísimo  en otras localidades y de que sus frutos espirituales eran extraordinarios, por ello  nos reunimos un grupo de personas con la intención de tantear si sería posible llevarla a cabo en Cuenca. En pocos días, la iniciativa se difundió y se adhirieron  otras personas. Se lo comunicamos a D. José María, que nos animó a empezar, y preguntamos a D. Antonio, párroco de san Esteban, si se podría utilizar la cripta de la parroquia como capilla de adoración, quien también apoyaría la propuesta. A partir de ahí, seguimos buscando adoradores, intentando acoplarlos en los 168 turnos semanales. Se fijó el día de la Inmaculada para comenzar: Queríamos empezar bajo la protección de la Virgen y así deseamos continuar. Gracias a su intercesión hemos podido llegar a celebrar este quinto aniversario.

¿Qué aporta la Adoración Eucarística Perpetua a la vida de la Iglesia?

Realmente eso sólo Dios lo sabe. Los frutos espirituales no son cuantificables,  la mayoría de ellos no se ven. Sabemos que la oración es el arma más poderosa para los cristianos: Muchos  de los males que afligen al mundo pueden desaparecer o aliviarse por medio de la súplica al Señor. Sabemos, también, que Jesús, el Hijo de Dios, pasaba noches enteras en oración e invitaba a sus discípulos a rezar para que no cayesen en la tentación, y lo más importante, estamos persuadidas de que en la Eucaristía, el Señor está presente realmente, desea ardientemente ser visitado. Aunque nos parezca increíble sus delicias son estar acompañado por nosotros.  Todos estos aspectos se viven en la A.E.P.

Al comprometernos a ir al menos una hora a la semana, en alguna medida le damos la oportunidad al Señor de que actúe directamente en nuestra alma, para reblandecer nuestro corazón de piedra y transformarlo en un corazón manso y humilde como el Suyo.

¿Cómo habéis pasado estos cinco años?

Nosotras, muy felices. Siempre que se ofrece algo a Dios, Él responde con un regalo mayor, y así lo hemos vivido durante estos cinco años. La única pena que nos aflige  es que no acudan más personas.

Dentro de esta sociedad tan secularizada, en la que se intenta borrar cualquier referencia a Dios, el ver diariamente que existen personas que se acercan a la capilla con la única intención de adorar al Señor, resulta alentador. Saber que algunos adoradores, madrugan o trasnochan con la intención de que el Señor no se quede solo, es maravilloso. Comprobar que siempre hay alguien dispuesto a acompañar a Nuestro Señor es un testimonio impactante para todos.  Una de nuestras alegrías mayores es cuando se apuntan los jóvenes, nos encanta ver a chicos que, como el Beato Carlo Acutis, tienen claro que delante de la Eucaristía nos hacemos santos.

Hemos tenido algunos momentos difíciles, singularmente este año con la pandemia, y otros, derivados de la falta de adoradores, especialmente en verano o Navidad, pero con la ayuda de la Virgen, y el sacrificio de muchas personas hemos salido adelante.

Si alguien os preguntase,  que ganaría haciéndose adorador, ¿Qué le diríais?

Señalan algunas personas entendidas que el silencio salvará al mundo. Afirman esto porque el silencio te permite salir de la superficialidad mundana,   adentrarte en ti mismo y conocer más a Dios. En una hora de silenciosa adoración se puede desconectar de tantos ruidos y mensajes como nos abruman y abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, para que nos ayude a dejar nuestro egoísmo y centrarnos en Dios. Hay que darle tiempo y oportunidades al Señor para que nos transforme. Reconocer la primacía de su gracia en la conversión. Durante la hora de adoración percibimos, disfrutamos, agradecemos, y en ocasiones, hasta experimentamos sensiblemente el amor que Dios nos tiene,  al tiempo que, imperceptiblemente, la gracia va obrando en nosotros consiguiendo que nos purifiquemos interiormente.

En esa hora estamos tan cerca de Dios que, nuestras peticiones  son atendidas de forma especial, singularmente las que formulamos por los problemas y desafíos que la Iglesia tiene en nuestros días, al tiempo que proclamamos, que sin Dios nada es posible. Por ello, a los que quieran adorar al Señor, ayudar a la Iglesia y santificarse  ellos mismos, les invitamos a que se unan a nuestra familia de adoradores.

Eva, Regina, Trini y Pilar, Coordinadoras de la A.E.P de Cuenca.

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